viernes, junio 17, 2005

La muela emergente

Ayer vinieron a cenar unos cuantos Erasmus españoles e italianos (y la polaca, of course) en plan despedida porque Pedro se va ya. Últimamente todos los planes consisten en cenas de despedida, cervezas de despedida, o reuniones de despedida, porque lo cierto es que se está yendo todo el mundo y quedamos cuatro gatos. Este final de erasmus está siendo raro, porque la situación actual no tiene nada que ver con la que había cuando llegué. Ahora es todo mucho más pausado, o aburrido por llamarlo de algún modo. De todas formas es cierto que quizá sea mejor así, porque de esta manera que todo se acabe no es tan dramático ni se hace tan cuesta arriba… No es lo mismo irse de una fiesta porque tienes que madrugar cuando la fiesta está en plena efervescencia que cuando está ya en las últimas y prácticamente muerta. No se si la metáfora queda suficientemente gráfica…

Bueno, el caso es que la cena estuvo muy bien. Pablo se marcó unas lentejas de esas que le salen tan bien, aunque sin chorizo ni morcilla ni nada, que hace mucho que llegaron las últimas visitas y estamos en vacas flacas. Yo hice mis patatas a lo Ann que tanto gustan a mis invitados aunque me salieron un poco regular. No se puede ser siempre perfecto… Menos mal que tenía los Ferrero Rocher que lo mismo te sirven para un roto que para un descosido…

Aparte de obligarme a meterme en la cocina, el tener invitados hizo que me forzara a mi mismo a recoger mi habitación y dejarla como la patena. Es que Pedro nunca había visto mi casa y cuando la gente viene por primera vez me gusta que queden deslumbrados. Luego ya las siguientes veces relajo las formas y al final acabo recibiéndoles en calzoncillos (esta palabra va para Warrior que sé que la odia) como a la polaca que la tengo ya perdido el respeto totalmente… Es curioso, pero normalmente tengo la habitación hecha una pocilga con toda la ropa por el suelo, y vivo como un cerdo, pero en cuanto se esperan visitas lo dejo todo reluciente… ¡Qué hipócrita soy!

Me acuerdo de mi cuarto de Madrid hace años… En el suelo, encima del parquet se depositaba una capa de cajas de CD’s que iba dejando tiradas. Cubriendo las cajas venía la capa de ropa usada, hasta que no quedaba un centímetro cuadrado de parquet al descubierto. De este modo, como se me olvidaba lo que había debajo, entraba a la habitación pisando la ropa, que hacía un extraño ruido en plan ¡Crack!, ¡Crunch!, así como de cajas de plástico rotas. Yo me quedaba unos segundos pensativo sin saber qué ocurría hasta que me acordaba de los discos y recogía todo apesadumbrado por engrosar con dos unidades más la larga lista de CD's originales con la caja cascada… En fin, sigo siendo bastante cerdete, pero esas cosas ya no me pasan.

El día de hoy ha sido altamente improductivo. No he hecho nada de lo que se suponía que tenía que hacer porque me he levantado tarde y con dolor de muelas. La muela del juicio definitivamente está siendo demasiado problemática. Me he tirado todo el día hurgándome en el hueco con un bolígrafo, medio sufriendo medio disfrutando con el dolor autoinflingido, y mirando la progresión del ascenso de la puta muela a través de mi dolorida encía en el espejo del baño apuntándome a la boca con una linternita…

Aparte del asunto muela poco más. He tenido sesión de cine Kidman, con la proyección en mi ordenador de “To Die For (Todo Por Un Sueño)” y “Dogville”. Me encanta esta última película. Cada vez que la veo saco más conclusiones y me siento más despreciable como ser humano… Y no hay nada que más disfrute que terminar de ver una película y sentirme un despojo humano. Me estimula mucho.

Y hasta ahora nada más. He estado oyendo a Pablo hablar por el Skype con su hermano y la verdad es que tiene una voz muy sensual que me pone mucho y estoy deseando que venga a vernos, a ver si la cara concuerda con esa voz tan sexy. En fin, que estoy aburrido de estar salido.

Esto es todo por hoy, amiguitos. Pasad buen fin de semana.

Besos en las ingles.

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