Estaba yo el viernes tarde aburridillo cuando descubrí un mensaje de Claudio invitándome a la fiesta de Axe en Kapital que daba comienzo 20 minutos después. Rápidamente me disfracé de moderna mamarracha y me planté allí a ponerme ciego de canapés. En la puerta estaba sólo Flat, completamente borracho de poder de la comida navideña con la gente del hospital que había tenido a mediodía, y que estaba con el típico pedo cariñoso de hablar con vocecilla tonta y dar abrazos a diestro y siniestro. Cuando llegaron Claudio y Patata nos besamos por el cuerpo para darnos la bienvenida y entramos en la discoteca en la que hacía unos 5 o 6 años que no ponía un pie, desde la boda de Pains. Recordemos que Kapital era una de mis discotecas fetiche en mi adolescencia hiperpija.
Claudio y el Tubérculo (que llevaba unas katiuskas supertendencia) estaban acreditados como Dior manda, porque ellos son de los medios y tienen que cubrir todos los saraos, pero Flat y yo íbamos de consortes acopladísimos. El gorila nos preguntó si éramos periodistas, y contestamos que sí. ¿Pero todos? Que sí, que sí hombre. A partir de ahí decidimos meternos en el papel de periodistas, pero no coló. Se notaba a la legua que nosotros íbamos a llenarnos el estómago y ya está. En la entrada, una simpática azafata compañera de clase de Patata nos hizo entrega de unos birretes de fieltro que nos acreditaban como graduados en las Academias de Ligue Axe. O nosotros tenemos la cabeza enorme o esos gorros estaban diseñados para jíbaros, porque nos quedaban como un copete, así que nos los quitamos inmediatamente porque además nos estropeaban el peinado.
En cuanto llegamos a la pista nos hicimos con unos vinos y unas cervezas panojaless y nos situamos en una posición estratégica para interceptar cualquier bandeja que saliese de las cocinas. Los canapés no eran de llorar de la emoción, pero había unos cuantos bocados bastante apetitosos. Aunque para apetitOSO, el oso indie que pululaba por ahí con una camiseta naranja, que se pasó toda la noche pasando por delante de nuestra cara, luego para nada, porque yo me volví a casa solo... Bueno, que me disperso. Flat y yo nos ganamos los favores de una camarera, que vino literalmente a servirnos diciendo que teníamos cara de hambrientos. Joder, ¿tanto se nos notaba?. El caso es que le prometimos mencionarla en nuestra crónica periodística y bueno, yo mentir no he mentido, que aunque no tenga una columna en un periódico como Carrie Bradshaw, por lo menos tengo un bloj. Lo más gracioso fue cuando Flat le dijo: "¿Qué, aquí ganándote al cuarto poder eh?". Yo no daba crédito. Yo no tenía ni idea de lo que era el cuarto poder. Especulé con los poderes de los 4 Fantásticos, o con el Poder Rosa, pero resulta que eran los medios. Si yo no tenía ni idea, la camarera menos aún, y se quedó con cara de croqueta como las que llevaba en la bandeja. Es que Flat es así, le sale solo instruir al pueblo llano, porque el está por la alfabetización mundial...
Cuando ya no pudimos comer más, un mariquita que iba de macho se subió al escenario para divulgar las grandezas de Axe, y dio paso a un numerito musical coreografiado con banda sonora de... Adivinadlo. Exactamente, Hung up de Madonna. Bailamos moderadamente y yo me enamoré del bailarín rellenito. Luego salió alguien con un traje de cuerpo entero, cabeza incluida, hecho de espejitos de bola de discoteca. Era como un cruce entre un patinador de hielo, Roisin Murphy y la Florrrr de Alcorcón. Nos hicimos muy fans y planeamos robarle el modelito.
Tras el show empezó la barra libre y nos tiramos como hienas a pedirnos unos gintónics, mientras dábamos buena cuenta de las bandejas de pastelitos que empezaban a salir. Simulamos meternos unas puntitas de azúcar-glas con la uña y bailamos bakalao. Claudio y Flat se pusieron a meterle la letra de canciones de Astrud y Chycha a todos los pinchamientos de ayer de hoy y de siempre que nos pusieron y yo me acabé cansando un poco, así que me retiré a la barra a (re)cargarme de alcoholes.
Al cabo de un rato movimos el chiringuito a unos sofases rojos muy cómodos donde hablamos sobre semen y caca, que son nuestros temas preferidos, y la Patata se acomodó tanto en el sofá, hipnotizada con la absorbente tertulia, que puso los pies en la mesa de cristal que teniamos enfrente y se la cargó, del concepto cargarse una mesa con las katiuskas.
Después de esto decidimos que allí ya no había nada que ver y nos fuimos al Maridonals a poner el límite nuestras arterias con una poquita más de colesterol, pero yo no pedí nada, porque me salía más a cuenta comerme las patatas de Flat, que para eso ahora cobra el triple que yo. Acto seguido, cada mochuelo a su olivo, y yo al mío en taxi, porque yo lo valgo. Por cierto, que nos regalaron una cajita de productos Axe la mar de apañadita y molona. Claudio la pisó y la destrozó, pero yo la tengo intacta.
Ayer quedamos Farala, Claudio y yo para ver Harry Potter y el cáliz de fuego. Yo como, aún gustándome, no soy demasiado talifán de esta saga, me la tragué sin chistar, y sin pasarlo mal por ver que se dejaban un montón de cosas del libro. De todos modos, si se hubiesen dejado absolutamente todo del libro y me hubiese pasado las 3 horas de película viendo un fotograma fijo de Victor Krum me habría parecido estupendo también, porque hay que ver como está el cabrón, y eso que a mi los niñatos me gustan entre cero y nada, pero este... Ay omá...
Y eso, que aparte de trabajar no hago nada excesivamente interesante, así que a ver si esta noche me da temas que compartir con vosotros, que tengo una cenita y unos temas y unas cosas.
Besos en las ingles.