martes, junio 28, 2005

El Día de la Embajada. Segunda Parte

Pues nada, que voy a seguir desgranando la crónica del fin de semana, aunque el punto fuerte, es decir, la tarde con el Emperador ya haya sido contada.

Me quedé en que llegamos Pablo, Flat y yo a Nyhavn, descalzos como indígenas (Pablo no, que Pablo es más serio) y con los pies renegridos. Como nos daba asco calzarnos otra vez con toda la mierda pegada nos pusimos a remojar los pies en el agua infecta del embarcadero, que aunque está guarra, es agua al fin y al cabo. Parecíamos Tom Sawyer y Huckelberry Finn. El grueso de la suciedad se fue, pero quedó una especie de capa negra subcutánea que me parece que no va a abandonar mis pinrreles hasta que no me frote con piedra pómez o con alguna loción exfoliante muy cara comprada en tiendas que traen de fuera.

Al final llegaron Yuu y Michele y nos dimos al cervecismo vil, con unas botellitas que afanamos nosotros y otras que trajeron ellos. Yo quería pillar bordillo para sentarme, porque las lorzas y mis articulaciones con la flexibilidad propia de un leño de madera no me permiten estar sentado directamente en el suelo más de 10 minutos sin revolverme en total incomodidad, que es cuando acabo medio tumbado en el suelo, en plan chaise longue llenándome mis blancas vestiduras de negra porquería. El caso es que en fin de semana no hay Dior que coja plaza en el bordillo, porque está hasta la bandera así que me tocó comer suelo, y con Flat apoyándo la cabeza en mis rodillas para echarse una siestecilla y recuperar energías. Lo bueno es que como se rapó la cabeza hace unas semanas ahora tiene la cabeza en plan cepillo y da mucho gustito acariciársela. Y se la debí acariciar bastante porque Michele estaba ya convencido de que esa noche ibamos a rebasar la fina línea que separa la amistad platónica entre dos maricones. Porque ya se sabe que a los maricones nos gusta un buen meneo en cualquier momento... En fin, que no, que no hubo nada de nada, y nuestra amistad sigue siendo pura y seguimos libres como el taxi, para alegría de nuestro público y de los cienes y cienes de fanes que tiene Flat Eric.

Lo más reseñable de la fase Nyhavn fue que todo el mundo que pasaba estaba muy bueno en general, y en particular el momento en que uno de los daneses borrachos que teníamos al lado se puso a dar saltos sobre una caja de cervezas, produciendo la explosión de no pocas de ellas que fueron a parar mayormente a la camiseta y los vaqueros de Yuu. Nosotros nos meamos un poco de risa, pero Yuu, impávido, le dijo al hombre "It's OK, man, but you have to be careful". Es lo que tiene ser vasco-nipón y tener el Zen subido.

Otro momento también gracioso fue cuando uno de los integrantes del clan camboyano que se dedican a recoger los cascos de plástico de las botellas para devolverlas y sacarse una pasta, tuvo los cojones de sacar la botella que habiamos insertado en el culo de Flat mientras dormía. Es que aquí pagas 1.5 coronas (unas 33 de las antiguas pesetas) de más por cada botellín de plástico y cuando la devuelves te reintegran el importe. Visto así aislado no es mucho, pero si tenemos en cuenta que en Nyhavn se mete media Dinamarca a ponerse hasta el culo de cerveza cada fin de semana, pues los camboyanos se sacan una pasta gansa. Además son auténticos carroñeros. Si ven que te queda un sorbito de tu botella, se quedan a uno o dos pasos, expectantes, hasta que le das el último trago, momento en el que se abalanzan sobre ella y la meten en su bolsa. Por eso digo que no era de extrañar que uno de ellos se armara de valor y se lanzara a por la botella inserta en el culo de Flat sacándola triunfante como si de un joven Rey Arturo camboyano haciéndose con su legítima Excalibur se tratara. Sus buenas corona y media bien valían el esfuerzo. Este acontecimiento vino seguido por un clamor de vítores y risas de los daneses cocidos que teníamos alrededor que en realidad fueron los que le enseñaron al recogebotellas donde se escondía semejante tesoro sin descubrir. En fin, que con estos camboyanos nunca se sabe. Una vez a Flat se le cayó una cerveza al canal y nos extrañó no ver salir del fondo a un camboyano-buzo para hacerse con el botín.

Cuando se nos acabaron las cervezas nos fuimos a casa a lavarnos un poco, tomarnos unas copas y volver a salir, pero como siempre, los rones, los porros y el Commandos 3 pudieron más y al final mis compañeros de casa se quedaron apoltronados en casa. Pero Flat y yo no íbamos a dejar que esas nimiedades nos quitaran de pegarnos una buena juerga así que nos echamos unos toques de colonia y salimos a comernos la ciudad.

Bueno, yo previamente tenía que pasar por un hotel por unos temas y unas cosas con un francés que conocí hace un tiempo y que estaba de paso por Copenhague, y oyes, no está uno para desaprovechar franceses cañón que están de paso por Copenhague... Además así salía de marcha mucho más equilibrado, que se hacen menos locuras.

Total, que al final intercepté a Flat en el Cosy y nos pusimos a petardear. Nos entró uno de las Bahamas (o al menos eso decía él) que al cabo de un ratito de charla (en español) nos dijo "Y este es mi novio". Su "novio" resultó ser el hombre de al lado que en realidad no le conocía de nada y que estaba de visita en la ciudad con su primo, ambos españoles, de Burgos. A partir de ahí nos pusimos de palique con ellos y nos lo pasamos muy bien. Sin decir una palabra y ni siquiera intercambiar unas miradas entre nosotros los dos supimos a la vez que a Flat le tocaba el tío-bueno-macizorro-fisioterapeuta-de-los-que-van-al-Sunrise y a mí a su primo chiquitín, más feito pero mono, cirujano plástico, con lentillas azules. A mi me iba bien porque el pequeñín también me gustaba, pero vamos que al final nada de nada, aunque nos fuimos del bar con una invitación a una cena al día siguiente, domingo. Y oye, aunque al final no fuera a pasar nada (el mío resultó tener novio), no estamos como para rechazar invitaciones a cenas, con lo caro que está todo aquí.

Total que a la noche siguiente nos fuimos a cenar con ellos y bien, pero vamos, que cómo se nota que el día anterior íbamos un poco piripi y todo nos parecía bien porque, aunque la verdad es que estaban más buenos de lo que los recordaba, resultó que su conversación no es que fuera la caña. El buenorro era un poco parado, un poco lento, cansino, y el otro no paraba de rajar dando unas opiniones sobre las cosas que bueno, cuando menos no eran las mismas que las nuestras. A estas alturas yo ya sabía que no iba a pasar nada y me daba pereza irme de copas con ellos, pero bueno, la cena no estuvo mal, las cosas como son, y además nos invitaron.

A las copas invitamos nosotros, y no dimos pie con bola. A uno le pedí yo un whisky con Coca-cola cuando tenía que ser con Sprite y Flat la cagó pidiendo un agua, que resultó tener gas (algo no deseado), para el otro, que era abstemio. Vamos, que a ver si nos va bien con la ciencia porque para camareros está claro que no servimos. En fin, que a las 3 yo ya estaba en casa, dando por concluido el cupo de salidas nocturnas del fin de semana. Supongo que en Madrid nos encontraremos al macizorro y algunas cuentas se saldarán. Otras no, porque el cirujano vive en Oporto así que...

Como acontecimientos reseñables de la noche del sábado tengo que apuntar que:

1.- Me encontré una pulsera de plata de esas redonditas con mogollón de eslabones entrecruzados, que nunca sé si son de de surfero cool o de macarra bakala, pero que ante la duda aquí esta luciendo en mi muñeca. Yuu dice que cuestan una pasta.

2.- Cuando salimos del Jailhouse y nos quedamos esperando a que Flat saliera del baño, de repente aparece un hombre altísimo y bastante ebrio, que para más datos lucía un hermoso muñon en su brazo derecho y se nos queda parado delante de nosotros. Hasta aquí todo normal. El dato curioso viene cuando nos dice "Hey, guys!" y acto seguido, con su brazo sano (hay que ver qué apañado) se baja la bragueta y se saca un macrorrabo talla XXL danesa ataviado con un cock ring de esos multifuncional para polla y huevos y se lo empieza a menear. Todo esto en la mismísima puerta del garito. Yo sufrí un milisegundo de estupefacción, pero acto seguido estallé de risa. "Ay, que se ha sacado la polla! Que me meoooo!". El chiquitín hizo como si se escandalizara (aunque yo creo que no se escandalizó) y el otro para mí que no llegó ni a enterarse. La lástima es que Flat siguiera aún en el baño y se perdiera este excelso momento para recordar, que a buen seguro trascenderá en la Historia. ¿Quién sabe? A lo mejor si hubiera estado él hubiéramos podido inmortalizarlo en una instantánea con la cámara de fotos. En fin, c'est la vie.

3.- Lo realmente fuerte, es que según íbamos hacia el hotel de éstos para acompañarles, descubrimos, en un paso de cebra esperando a que se pusiera el semáforo en verde, que se nos ha puesto otro tío al lado, que también se ha sacado la polla y que se esta regalando unos generosos meneos a nuestra salud... Yo ya no daba crédito. Les dijimos que eso debería ser por ellos, que a nosotros no nos había pasado hasta ahora...

Y efectivamente, otra vez me ha quedado el post más largo que un día sin pan. En fín, Serafín, qué le vamos a hacer, es lo que hay. Es lo que tienen las crónicas en profundidad, que se alargan. Y si vosotros lectores me quereis, habréis de leerlo entero. Y digo más, habréis de leerlo y poner un comment. Paso lista.

Besos en las ingles.

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