domingo, diciembre 31, 2006

525.600 minutes. Feliz 2007

Os deseo un nuevo año repleto de buenos propósitos y de objetivos cumplidos. Y toda la suerte del mundo.

Y a todos mis amigos, gracias por este año que me habéis dado. Qué suerte tengo con vosotros. Sois los mejores.

¿Qué me traerá este año? Que nervios...

Besos en las ingles con sabor a uva.

miércoles, diciembre 27, 2006

Muelas del perjuicio

Por fin. Después de casi dos años de que empezasen a dar por el culo mis muelas del juicio, ya son un elemento oficialmente ajeno a mi boca. Sí, suena increíble pero es totalmente cierto; mis problemas con las muelas de juicio y la historia de este blog han sido prácticamente parejos, caminando de la mano durante la friolera de 20 meses, que se dice pronto. Por esta razón, este post va a estar dedicado a ellas. Es posible que os aburra leer una entrada cuasieterna sobre tan poca cosa, pero la ocasión lo merece, sinceramente. Deshacerme de esos cuatro soldaditos blancos ha sido toda una gesta épica.

La primera vez que me las hice mirar yo tenía un seguro privado, dependiente de mis padres. El diagnóstico fue rápido. Me mandaron una radiografía (que me hicieron inmediatamente) y allí estaban las cuatro muelas hijas de puta bailando la lambada por mi boca. No había ni una derecha. Las tenía como si me las hubieran tirado en la boca con un cubilete, en plan dados, o runas élficas, a ver como caían. Concretamente, la que me estaba saliendo, y por tanto culpable de mis dolores, se hallaba durmiendo la siesta bien tumbadita y despatarrada sobre la muela de al lado.

- Pues va a haber que sacártelas. Las cuatro.
- Pues vale. Sácamelas ahora mismo.
- No puedo. Esto te lo tiene que hacer un maxilofacial. Es que además tienes el nervio facial enroscado en las raíces.
- ¿Qué me estás contando? ¿Que me voy a quedar sin sensibilidad en la cara?
- Bueno, si te lo hacen bien, no... En cualquier caso si ahora no te molestan espérate un poco a que te crezca más. Aunque claro... como está tumbada lo que hará es empujarte al resto de muelas y descolocarte los dientes... Aparte, te provocará una caries en el punto de unión con lo cual habrá que hacerte una endodoncia en la muela contigua...

Yo la verdad es que los dientes de abajo no los tengo como para poder permitirme que se me descoloquen más. No soy Pedro Guerra, pero los tengo bastante amontonaditos, y si se me mueven más se me van a empezara poner en varias filas. De modo que le dije que me esperaba seis meses más y si no me las sacaba me las arrancaba yo con los dedos.

Pasó el tiempo y empecé a trabajar, con lo que el seguro privado de mis padres dejó de cubrirme. No podía meterme en el de la empresa hasta el próximo febrero, así que decidí esperar y abandonar mi suerte a los designios de la Seguridad Social. O Fortuna! Craso error. Este fue el principio de mi odisea. Voy a resumirlo muy brevemente para no extenderme más de quinientos folios.

Voy al centro de salud, pido mi cita y espero pacientemente a que llegue el día. El médico de cabecera me dice que el tema dientes va aparte, que tenía que haber pedido cita para el dentista. Yo me callo, pero no dejo de preguntarme por qué a la señorita de la recepción le había parecido que “Me quiero sacar las muelas del juicio” no sonaba a tema relacionado con dentistas. Vuelvo a la recepción, me cago en su puta madre y les digo que me den cita para el dentista.

Espero otro par de semanas hasta que me dan cita para el dentista. Me mira la boca unos 3,5 segundos aproximadamente y me manda a hacerme una radiografía:

- Sí, mire, es que yo antes era de ASISA y ya me hicieron una radiografía y me dijeron que me las tenían que sacar.
- Ya bueno, pero es que eso lo tengo que decidir yo.

Cita para la segunda radiografía un mes después. Falto otro día al trabajo. Cita para llevarle la radiografía al dentista. Falto otro día al trabajo.

- Uy, pues va a haber que sacarte las cuatro.
- Ah, ¿si? (No me digas, hija de puta. Menuda novedad, te lo llevo diciendo hace un mes, cacho zorra!). Pues venga, sácamelas.
- Pues sí, lo que pasa es que esto te lo tiene que hacer un maxilofacial.
- Si, algo me habían comentado. (Me cago en tu puta madre, dime algo que no sepa ya!!). ¿Y entonces que hago?
- Pues nada, pásate por recepción y que te den cita para el maxilofacial del hospital.

Nueva cita para un mes después. Falto al trabajo para ir al hospital. Allí me hago mil colas para que me den doscientas tarjetas y cartillas nuevas. Me reciben en recepción:

- Hola guapo. Mira, ve rellenando estos formularios y luego pasas por esa puerta para que te hagan una radiografía.
- ¿Me estáis tomando el pelo? ¿Pasé por esa puerta hace un mes faltando al trabajo por enésima vez para hacerme una radiografía que me podíais haber hecho ahora mismo? Tengo la puta radiografía aquí mismo.
- Ah, pues perfecto. Déjamela.

Entro en la consulta del maxilofacial. Mira la radiografía y me dice:

- Uy, pues va a haber que sacarte las cuatro.
- ¿Dónde está la cámara oculta? Que sí coño. Que ya lo sé, que me las saques, que me arranques todos los dientes si es necesario, pero que no pienso volver más.
- Ya, pero ¿sabes que pasa? Que te tenemos que poner anestesia general y para eso tienes que hacer el preoperatorio... Ya nos quedamos nosotros con la radiografía para tu historial. Tú ahora ve a sacarte sangre para que no tengas que venir otro día. Vengaaaaaaaa. Hasta luegoooooooo!
- Gracias. ¡Qué detalle!

Paso primero a sacarme sangre. Mientras espero a que me llamen me tengo que tragar a las enfermeras marujeando porque se dejan la megafonía puesta despues de llamar a los pacientes. Cuando por fin me toca, la cabrona de la enfermera, que estaba poniéndo muchísima más atención a la conversación sobre la última gala de Operación Triunfo que mantenía con otra enfermera que a donde me clavaba la aguja, me hizo polvo. Yo no sé que coño me tocó o si me trituró un nervio, pero a mi que nunca me duelen las inyecciones, no sólo me dolió mogollón sino que hasta 3 semanas después me daba un latigazo el brazo cuando lo flexionaba. Por supuesto maldije todo lo que pude y le eché mal de ojo: "¡Que se te seque la yerbabuena!"
Espero una cola tercermundista donde nadie sabía detrás de quien iba, donde nadie salía a explicarte lo que tenías que hacer, donde no había un puñetero cartel explicativo con instrucciones. Vamos, que sólo faltaban gallinas corriendo por el suelo para pensar que estaba en un hospital de campaña en Mali.

Al final consigo que me atiendan. Me dan cita para un mes después para hablar con el anestesista.

- Vamos, que falte a otro día de trabajo, ¿no?
- Pues mucho me temo que va a ser que sí. Pues nada, que a partir de la cita con la doctora te pones en cola para que te asignen fecha de cirugía.
- Señorita, ¿cree que para 2008 seguiré con las muelas dando por culo?
- Jajajajaja. Que no, hombre, que en un par de meses ya te operan.
- Fenomenal. Todo va viento en popa. Qué alegría. Así da gusto... (os voy a quemar el hospital, hijos de la gran puta).

Cuando por fin puedo hablar con la anestesista, faltando al trabajo, por supuesto, tuve ocasión de comprobar lo bien que funciona todo y de experimentar una profunda sensación de seguridad y de estar en buenas manos: La situación es esta: La fulanita, tras preguntarme por mis antecedentes, por mi consumo diario de tabaco, por mi peso y por esas cosas, coge un papel, lo mira y me dice:

- Bueno, pues el electrocardiograma te da perfecto.
- Oye, pues me alegro mogollón, lo que pasa es que me sorprende un poco, porque nunca me habéis hecho ningún electrocardiograma.
- Ah, ¿no? – Le da la vuelta al papel – ¡Uy, jajajajajajajaja, pero si este ECG no es tuyo! Qué cosas. Menganita! ¡Que el ECG en el historial de este chico no es suyo! Jajajajaja.
- ¿Qué me dices? A ver... Jajajajajaja.

Yo, como comprenderéis, también me moría de la risa pensando en que a lo mejor tengo diecisiete arritmias, taquicardias y soplos en el corazón y como en mi historial hay un ECG de otra persona sana, pues me dan una anestesia de persona normal y me quedo en el quirófano. Una situación altamente cómica sin duda.

- Bueno, no pasa nada. En realidad para las muelas del juicio no hace falta hacerte electro ni nada.
- Pues menos mal.

Según me había dicho la fulanita, la lista de espera ya estaba en marcha y ya me avisarían cuando tuviese fecha concreta. Un mes después, en el cine, dos minutos antes de que empezase la película, me llaman “Oye, que te operan el día 22 a las 9:30 de la mañana”.

Hay que joderse. Después de tropecientos días de espera me dan hora para dos días antes de Nochebuena, y lo peor es que sabía que si rechazaba la fecha, igual la siguiente me la daban para el 2014.

Así que después de 8 visitas a todas partes, al fin el día 22 ingresé para que me extirparan a mis queridas amiguitas. La operación fue un éxito. Me desperté de la anestesia fresco como una lechuga y en pocas horas ya estaba en casa.

Pese a que no se me había hinchado la cara casi nada, mi aspecto era bastante cómico. A saber: dos bolsas de guisantes congelados metidos en una redecilla elástica atada alrededor de mi cabeza para reducirme la hinchazón y calmar el dolor. El conjunto se complementaba con una bufanda para no cogerme unas anginas del frío y unas servilletas encajadas entre la red y la piel para evitar que se me congelaran las orejas. Mi aspecto global era el de un alienígena o el de una persona muy, muy tonta, pero si me quitaba el outfit mi madre se ponía cardiaca y empezaba a vociferar que se me iba a poner la cara como un balón, de modo que tener a mi madre contenta era una prioridad...

Según el informe médico, mi dieta tenía que pasar por la batidora por lo menos durante una semana, pero como comprenderéis, encontrándome tan bien como me encontraba, no iba a permitir que toda mi familia se pusiese ciega a gambas y a berberechos mientras yo me comía una crema de verduras, así que a las 36 horas de la intervención ya estaba con Farala haciendo prácticas de masticación con un Bollycao, que fue el alimento sólido más blandito que pude encontrar en una tienda de chinos. Viendo que, despacito y con una gran labor de ensalivamiento, conseguí deglutir el bollito entero, supe inmediatamente que la victoria era mía. ¡Los puntos no me iban a impedir ponerme cerdo de pularda rellena!

Hoy han pasado cinco días y tengo la cara ligeramente amarilla, pero estoy estupendamente. Dentro de poco, las únicas testigos de mi intervención quirúrgica serán esos cuatro trocitos blancos que me miran cada día desde un bote con agua donde las guardo para que se reblandezcan, y poderles quitar bien los trozos de encías que están pegados para que queden limpitas y poderme hacer un collar zulú o algo. ¿Donde hay que firmar para que todos los postoperatorios sean así? Por cierto, qué graciosas son las muelas del juicio, así, tan deformes, habiendo crecido en terreno estrecho y hostil, con las raíces enroscadas y atrofiadas... Son completamente de peli de Tim Burton...

Y hasta aquí puedo leer... 4 páginas de Word son suficientes, ¿no? Besos en las ingles.

P.D: Como sé que llego un pelín tarde para felicitaros la Navidad.... ¡Feliz Navidad 2007! A que soy el primero en felicitaros las del año que viene! ¿eh?, ¿eh?

martes, diciembre 12, 2006

Donde tengas la olla no metas la polla

Después de mucho pensarlo, he decidido tirar a la basura el borrador de la segunda parte de la historia, porque no me apetece nada publicarlo.

El único consejo que tengo que dar es que se valoren mucho las consecuencias de llevar a cabo las tan infalibles sugerencias que os he ofrecido, porque te puede salir el tiro por la culata.

Follarse a un actor porno es estupendo, pero no compensa el perder a un amigo.

Besos en las ingles.