La mañana del sábado fue sencillamente espeluznante. Me encontraba en estado de coma vegetativo inducido por el veneno Ochoymedio cuando mi madre me levantó para marcharnos a la sierra a hacer de familia feliz todos juntitos. La levantada fue horrorosa. Literalmente me balanceaba a un lado y al otro incapaz de mantener el equilibrio. Hasta que no me di una larga ducha (que me perdonen los embalses de la Comunidad) no volví completamente al mundo de los vivos. Pensaba colgarle el marrón de conducir a mi hermana Dew, pero resulta que ella decía estar peor aún así que me tocó a mí. Para empezar hubo que cargar una cantidad imposible de bolsas, cubos y bultos varios en mi infecto coche, tantos que yo no sabía si estábamos planeando una escapadita a la sierra o una expedición de seis meses al Himalaya, pero a mi madre no se le puede ni chistar con el tema bultos. Todos son absolutamente necesarios y punto pelota.
Por fin nos pusimos en marcha para recoger a Dew, cuya intención era subirse al coche y comenzar a hibernar inmediatamente, pero no le fue posible, porque mi madre escondía una sorpresa, que no era nueva, pero que después de la noche loca había caído en el olvido. Antes de ir al chalet había que pasarse por un vivero en Alcobendas a que echara un ojo a flores y plantas por si alguna le convenía. Horror. Para empezar mi pobre madre no tenía ni zorra de dónde estaba exactamente el vivero (repetía constantemente Alcobendas, como si el municipio ese se redujera a una plazoleta y cuatro casas, pero ella nada, había entrado en bucle con lo de Alcobendas y no atendía razones), y malditas las ganas que tenía yo de ponerme dar vueltas para arriba y para abajo para encontrar el puto paraíso de la planta de jardín. Gracias a dior, sólo tuvimos que preguntar una vez para que nos indicaran y de paso vimos los pisos tan monos (de lujo, anda que no!)a los que Dew había echado un ojo para mudarse. Resulta que ya nos había podido pillar el Apocalipsis dando vueltas por Alcobendas, que el vivero estaba en un parque empresarial en la Moraleja...
Llegamos al vivero, cogimos un carrito y nos pusimos a pulular, para descubrir que nada era del agrado de mi madre, así que nos llevamos tres macetas de margaritas estándar que además estaban un poco desmejoradas. Total, que al final el viaje fue prácticamente en balde. Menos mal que como premio de consolación nos deleitamos con cantidad de cositas para decoración de exteriores, monísimas y a precios exorbitantes, que no íbamos a comprar ni de coña pero que nos parecían encantadoramente innecesarias, razón por la cual su atractivo crecía considerablemente. Cuando pasamos a la zona "Decoración navideña" ya empecé a protestar, porque mi estómago comenzaba a quejarse y mi cabeza parecía un concierto de Marilyn Manson, pese a que en el establecimiento reinaba la paz de la música Zen. Además había por allí una pareja mariquita que no pegaban nada y me estaban poniendo nervioso.
Por fin pusimos rumbo a la sierra, no sin antes pasar unos momentos de excitante angustia pensando que no ibamos a llegar a la gasolinera a repostar y nos íbamos a quedar tiradísimos. Llegamos casi a las 5 de la tarde y después de comer patatas fritas, tortilla de patatas, y patatas guisadas (toma ya comida completa) Dew y yo nos metimos en la cama a roncar hasta 3 horas después. Se declaraba inagurado el Fin de Semana de Encuentro Familiar de Todos los Santos, que se sabe como empieza, pero no como acaba.
Estas reclusiones familiares consisten básicamente en comer, dormir, leer revistas del corazón, ver programas infames en la tele y hacer grupúsculos variables en las habitaciones criticando a otros miembros de la familia. La verdad es que esta última parte la disfruto un montón.
A veces también jugamos a juegos de mesa cuando me pongo un poco pesado (ya comenté que soy muy fan de esta forma de entretenimiento). Dew y yo nos echamos una partida de Trivial (que me apasiona) porque somos aficionados a los juegos intelectuales. Evidentemente, en cuanto a Trivial se refiere todo el mundo tiene sus puntos fuertes y débiles en las distintas categorias. Yo también. Siempre que puedo cojo las preguntas de Ciencias (verde) y evito las de Deportes (naranja), porque a no ser que me toquen preguntas sobre el Monopoly no las acierto nunca, consecuencia de ser marica gordo alérgico a toda manifestación de ejercicio físico. Esta fobia a las casillas naranjas se ve disimulada porque Dew tampoco tiene ni pajolera idea sobre el tema, pero el tema verdaderamente espinoso en mi caso son las preguntas de Historia (amarillas). Soy increíblemente nefasto para estas preguntas, lo que se llama un analfabeto histórico. Soy capaz de cambiar de siglo las guerras importantes y de hacer cruces imposibles entre dinastías reales. Es por esto que tenemos pactado no humillar demasiado al contrincante en caso de contestar una barbaridad, lo que hace todo mucho más lúdico. También tenemos prohibido hacer alardes de saber preguntas que no te tocan, porque además da la casualidad que normalmente cuando vas muy de guay al final no es lo que piensas y quedas como el culo. Por cierto, quiero recalcar, por si algún día me veo en una mesa jugando al Trivial con algún lector, que NO SOPORTO que alguien que no está jugando y pase por delante responda una pregunta que se sepa, ni siquiera que dé pistas. Me saca de mis casillas, y sobre todo cuando esta desfachatez es perpetrada por mi padre. Esto me irrita hasta la catarsis, porque lo hace siemmmmmpre. Bueno, que al final ni que decir tiene que gané yo.
La tarde del sábado no dio para mucho más. Mi hermana Dove y yo nos pusimos a ver Excalibur en la tele y ella no se paraba de quejar de que según la peli, todos los males del mundo eran culpa de las mujeres, que sólo servían para dar placer e hijos a los hombres, y la verdad es que tenía razón. La peli es bastante machista. Cuando acabó cada uno a su cama y a descansar.
El domingo me levanté tardísimo y me fui a desayunar bollos a la pastelería del pueblo. No hay nada mejor en estos Gran Hermanos familiares que levantarte y ponerte bien cerdo de hojaldres, chocolate, buñuelos y crema pastelera. Hablamos del panorama inmobiliario en Madrid y criticamos un poco. Todo el día lo pasamos en una especie de amodorramiento letárgico, esperando al acontecimiento de la jornada, que era la llegada de mi hermana Pains con su prole de churumbeles, pero por problemas logísticos y de transporte que no vienen al caso se retrasaron tanto que no nos dio tiempo a verles llegar, y la razón de esto es que Dew y yo nos teníamos que volver a Madrid, ella por motivos laborales (que no tenía puente, vamos) y yo por motivos recreativos: mi presencia en el Plan Travesti era absolutamente imprescindible. Además, Kurt y Dwalks querían conocer la fiesta y Flat y yo estábamos encantados de hacer de guías travestiturísticos, para tan insignes visitantes.
Una vez más detecto que me enrollo como las persianas. Creo que voy a escribir un libro sobre cómo extenderse hasta el infinito contando las cosas más banales y sinsustancia de un día familiar... Corto aquí. Mañana Plan Travesti.
Besos en las ingles
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