No actualizo desde el viernes, y desde el viernes han pasado muchas cosas, así que una de dos, o paso de puntillas por todos los acontecimientos, o me sale el clásico post tan-largo-que-si-te-lo-lees-entero-te-sangran-los-ojos. No tengo preferencia por ninguna de las dos opciones así que me voy a poner a escribir y lo que salga salió.
El viernes se me presentaba una tarde bastante aburrida, pero gracias a unos recados de última hora que me encargaron se convirtió en todo menos aburrida. A las 9 había quedado con Tony & Cía para unos vermús-en-bolas-ya, pero entre los recados, y lo divina que soy yo, me presenté mi buena horita tarde. Además fui en transporte público, porque últimamente me quiero sentir como la gente de la calle, y armado tan sólo con mi emepetrés me enfrento estoicamente a las largas esperas en las paradas de autobús. Es bastante coñazo, pero me mantiene en contacto con el populacho. Además últimamente mi coche está que se cae de mierda y temo coger alguna enfermedad venérea con solo tocar el picaporte de la puerta.
Total, que llegué a la cervecería esa de la Plaza de Chueca que tiene tanto rancio abolengo y que rezuma gente al exterior aunque haga un tiempo de perros. No veía a la gente y como llegaba tarde pensé que se habrían ido, así que llamé por el móvil, para protagonizar esa típica escena de "estoy hablando contigo por el móvil y en realidad te tengo enfrente a menos de tres metros". Es que nunca me entero que ese sitio tiene una parte de atrás. Allí estaban Tony, la Niña, la rana Duncan y Soliloco. Minutos más tarde hacían su entrada Maggie y er Manué quitándome todo el protagonismo de haber llegado el último. Nos echamos unas risas enfocadas casi siempre en la temática mundoblog y nos bebimos unas cuantas cañas. Para el recuerdo queda la frase "Me tiré a toda su pandilla" (de la que no voy a revelar el autor, pero que a poquito que se piense se saca fácil) y la conversación con Maggie y er Manué acerca de como Juan Camus cambió sus vidas. Yo no daba crédito. La verdad es que me reí un montón, pero acabamos con una agria discusión acerca de si Juan Camus canta o no como un gato pisado. Otro momento grandioso fue cuando la Niña casi presenció una felación espontánea de esas de "Joder, hace mogollón que no nos veíamos", mientras miccionaba en el baño del garito.
Llegó la hora de encaminar nuestros pasos hacia esa Meca de la blogosfera que es El Naranja, que nos gusta a nosotros dejarnos ver-admirar al ritmo de una buena música (siempre demasiado bajita) y unos interesantísimos chiquiprecios. De camino nos desviamos un poco para que la Niña se quedará en brazos de su Chueco, que salió al balcón a decir "gracias por venir" como si de una infanta (Leonor) se tratara, a la llamada de nuestros gritos de "Chueco maricón".
Y por fin llegamos a El Naranja. Besamos a Farala, a Claudio, a la Patata, y a todas las caras conocidas que por allí pululaban. Me reencontré con Flat, que llevábamos unas horas sin vernos y ya nos echábamos de menos (pero nos echábamos poco de menos). El Suflé de Patata 2.0 sonaba fastuoso, pero tengo que decir que lo oí poco, porque en ese momento le ví. Mentiría si dijera que iba al Naranja como cualquier otro día, porque no era así. Se había filtrado la información de que él estaría allí, y según entré pregunté a todo el mundo que donde estaba. Me lo indicaron y efectivamente, el muy maricón estaba para mojar pan. Por supuesto me bloqueé, porque yo me bloqueo en cosas así, y antes muerto que ir yo a decir nada, porque uno es fan, pero muy tímido de primeras como para ir asaltando a la gente con nocturnidad y alevosía. Total, que estaba yo hablando con Flat de unos temas y unas cosas, cuando noto que me dan un toquecito. Me giro y era él. Mi deidad bloguera por excelencia. Kurt en persona había bajado de la montaña y me estaba saludando a mí!!
Bueno, ahora voy a cambiar el tono quinceañera-superpop, que lo he adoptado porque se que os gusta pero tampoco fue así. Ni tuve sudores fríos, ni se me cayeron las bragas al suelo a plomo. Simplemente me encontré con un tío al que me apetecía mogollón saludar y que superó con creces mis expectativas. Todo él era una sonrisa y un puto encanto, pero lo mejor es que no venía solo, sino que el Gran Dwalks estaba con él! Dos maestros del relato blogguero ahí, delante mía. Dwalks se había ido a por una copa, y cuando apareció me jiñé un poco encima, porque estos dos muchachos no son hombres sino torres, y yo soy un poquito más alto que Kylie Minogue (bueno, estoy usando esa figura linguística que se llama hipérbole, no os penseis que la chupo de pie). Total, que nos pusimos a hablar los cuatro, y nos descojonamos vivos, y habla que te habla, y ríe que te ríe, y yo me di cuenta que allí había material para muchas otras ocasiones. Además el Gran Dwalks nos invitó a unas copichuelas, sin ánimo de hacernos el amor ni nada, y ganó 1000 puntos más al instante. Kurt ya había ganado los mil puntos por el sólo hecho de llevar esa barba que llevaba.
Cerraron El Naranja y nos dirigimos a mover el esqueleto al Ochoymedio como buenos modernos de mierda que somos, a los que, además, no parecía arredrar el hecho de saber que a la mañana siguiente ibamos a estar en coma profundo a buen seguro, gracias al infame veneno que sirven en ese local bajo el sobrenombre de gintónic. Total, que nos esperamos una cola terrorífica (que ni jalogüín da tanto miedo) de las que yo hace tiempo que ya no, y al cabo de nuestra buena media horita estabamos agitándonos en trance al ritmo de lo de Bis (Eurodisco). Cabe destacar lo graciosas que estaban Matronic y su maravillosa amiga Yvonne, a las que me adherí en su intentona de ir de compras por el local. Hay que decir que la intentona fue frustrada.
Bailamos mucho y bebímos más, y a eso de las 6:00 a.m. decidimos que ya estaba bien. Yo tenía que salir de viaje por la mañana y me acoplé con Kurt, Dwalks y su amigo Agr a lo que yo pensaba que sería una cacería de taxis pero que resultó ser un inestimable transporte gratis hasta mi casa a lomos del bólido superquetecagas de Agr, que debe ser alguien muy importante, con mucha panoja. Lo que es seguro es que era bastante mono y además muy majo por el servicio gratuito que me brindó sin conocerme de nada. Con esto se puso fin a una gran noche.
Huelga decir que espontáneamente me he decantado por la opción post-más-largo-que-un-día-sin-pan, ya que se me están ya borrando las huellas dactilares y aún voy por la noche del viernes. Es por esto, que creo que voy a cortar aquí y seguir con el relato más adelante, que me quedan cosas interesantes que contar en el tintero.
Hasta entonces. Besos en las ingles.
martes, noviembre 01, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario