miércoles, junio 15, 2005

Onírico

Tomando un post de Iko como idea de partida he decidido contar hoy un sueño que tuve ya hace muchos años pero que tuve la fortuna de poner por escrito justo después de despertarme. Ya se sabe que muchas veces te despiertas con el sueño fresquito en la cabeza y te dices que lo vas a escribir, pero luego ya es demasiado tarde y se te ha olvidado todo. Pero no, esa vez (y alguna más) me desperecé, salté de la cama y me cogí mi cuadernito para intentar plasmar en el papel todos los detalles que fuera capaz de recordar. Básicamente, esto fue lo que escribí.

El sueño comienza conmigo en el salón de mi casa jugando con mi perro pastor alemán, que por cierto no tengo. No se muy bien cómo, porque no recuerdo que me violara, pero el caso es que mi perro me deja embarazado, lo cual no deja de ser curioso ya que soy un hombre, de género masculino vamos, con cromosoma Y (que nadie se confunda por el nombre de mi diario). Total, que resulta que estoy preñado. Pasan un par de días y me pongo de parto. Por supuesto en dos días la barriga no me había crecido nada y por tanto el feto debía ser bastante canijo. El parto fue indoloro, repito, debido al tamaño, y supongo que fue por vía anal, pero tampoco lo recuerdo bien.

El punto más reseñable es que mi hijo resultó ser una cucaracha negra bastante asquerosa (que alguien me explique como nace una cucaracha como cruce entre perro y humano, ambos de sexo varón), pero claro, como era mi hijo pues yo le quería de cualquier modo.

Pasados otros dos días me volví a poner de parto y tuve otra cucaracha pequeñita. La nacida en primer lugar ya había crecido un poco y tenía el tamaño de un ciervo volante (el escarabajo ese con unos cuernos gigantes), y cual es mi sorpresa cuando la cucaracha grande se pone a mudar, y se le cae la cubierta negra como una cascarilla, apareciendo un gatito monísimo de color blanco y crema debajo. El gato por supuesto era superpequeñito, como un hámster, por eso era incluso más mono. Claro, en este momento me decanté por mi hijo-gato en detrimento de mi pobre segundo hijo-cucaracha, ya que era mucho más hermoso, dónde va a parar.

Total que salgo de paseo con mis niños a la calle y de repente el escenario se transforma en un páramo rojizo con explosiones de fondo. Un campo de batalla. Por supuesto a mí me parece lo más normal del mundo este cambio, incluso cuando le cae una granada encima a mis hijos y se van a freír esparrágos. A partir de ahí continúo solo.

El escenario vuelve a cambiar y estoy en un bosque, donde me encuentro a mis antiguos compañeros de los Boy Scouts (sí, estuve 8 años en esa secta) y me dicen que si quiero unirme a ellos, y yo digo que vale, que por qué no. Seguimos andando un rato y nos encontramos con un precipicio al borde de un lago. Hay dos formas de sortearlo. Una es bordear el precipicio hasta una zona boscosa que baja suavemente, y la otra es evidentemente más corta y consiste en descolgarnos por la pared con una especia de gomas elásticas en plan rappel raro. No recuerdo cual fue la opción que yo tomé, (apostaría que fue la del rappel, pero no estoy seguro) pero si recuerdo que fue la contraria a la que tomaron todos los demás...

Una vez abajo nos volvimos a reunir y empezamos a cruzar el puente que separa las dos orillas del lago. Al empezar a cruzar me viene uno de los jefes y me da dos bidones enormes de agua para que los lleve. Me jode pero me callo. Lo que ya me toca mucho los huevos es que me dice cada aproximadamente 15 metros que los vacíe y los vuelva a llenar en el lago, que el agua ya se ha puesto mala de estar estancada. Yo me quejo y digo que eso es una soberana estupidez, pero no se por qué acato las ordenes y lleno y vacío los bidones unas diez veces.

Cuando llegamos a la otra orilla descubro que hay una pequeña playa allí y que hay gente tomando el sol. Al acercarme más, descubro que toda la gente son mujeres, pero cuál es mi sorpresa cuando al estar al lado me doy cuenta de que todas ellas son mi amiga Isabel. Hay como veinte de ellas, pero unas son niñas jugando entre ellas, otras chicas jóvenes, señoras, ancianas... Todas ellas con la cara de Isabel, adaptada a los rigores de la edad que le correspondiera. Cuando ví esto me quedé un poco conmocionado porque me resultaba raro que fueran todas Isabel, aunque tampoco lo veía algo imposible. Por algún motivo decidí no hablar con ellas y seguir mi camino...

Y hasta aquí apunté. Sé que el sueño siguió pero a partir de aquí ya es nebuloso y no me acuerdo de nada con suficiente nitidez como para contarlo. En cualquier caso mola bastante. Si alguien sabe algo de interpretación de sueños pues que me comente algo y me diga si estoy loco de remate o todo esto deriva de ser un poco maricón.

Nota: No lo voy a postear ahora porque no pega ni con cola y le quiero dar la importancia suficiente, pero adelanto que ya he visto el trailer de Rent (unas dos millones de veces so far) y que casi me meo encima del gusto. Se puede ver entrando en el sitio o pinchando donde pone trailer en la página enlazada que te lleva a otra. Espero que os guste tanto como a mí (difícil).

Eso es todo por hoy. Besos en las ingles

Rent Counter: 213,628 minutes

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