Pues pese a que todos los pronósticos y conjunciones astrales predecían que el viernes iba a ser el comienzo de mi meteórico ascenso en el mundo de la televisión, resulta que al final me tiraron en la primera ronda del casting.
La tarde anterior me la pasé ensayando con Anita, que me dio directrices y notas para que me quedara lo mejor posible y conseguir reducir el monólogo a un minuto. Hay que ver que cortísimo es un minuto cuando lo que quieres es contar una pequeña historia. Total, que me quedó una cosita que yo pensé que sería graciosa, pero parece ser que cuando el jurado no es amigo tuyo, pues no lo es tanto.
Había gente muy buena, la verdad, y casi todos habían trabajado ya en el medio, en televisiones locales y demás, así que el factor experiencia jugaba claramente en mi contra. Además, la verdad es que fui sin tener mucha idea de qué era exactamente a lo que me estaba presentando, y cuando me enteré que era una especie de Operación Triunfo y que iban a emitir todos los castings me cagué un poco encima.
Bueno, al grano. Me debí pasar del minuto porque me apagaron el foco antes de acabar (me faltaban unos 10 segundos o así). Bueno, la verdad es que quiero pensar que fue cuestión de minutaje… Luego nos pusieron a todos en fila y fue rollo “Fulanito Pérez, sigues con nosotros. Menganito, lo siento pero no sigues con nosotros”. En fin, un poco horrible. Tengo que decir que no me tiraron del todo, porque a otro chico y a mi nos entrevistaron y nos dijeron que éramos susceptibles de ser repescados. En cualquier caso, no me hago ilusiones de ningún tipo, porque aparte de que dudo bastante que me repesquen, el hecho de que me tiraran a la primera hace que no esté tan seguro de no hacer también el ridículo en la segunda o tercera ronda…
Y hasta aquí el espinoso tema del casting. Ahora relataré la terrible boda que tuve el sábado en Córdoba, sin enrollarme mucho porque tampoco me apetece demasiado.
Todo ocurrió bajo el calor más sofocante, porque parece que en Córdoba el otoño nunca llega. Aparte del chonismo generalizado de los asistentes que no puedo criticar porque no todo el mundo tiene mi estilo elegante a la par que desenfadado, todo estuvo fatal organizado. Mención especial merece el traje del novio, blanco nuclear todo entero, con un brillante en la corbata gris perla… Sin comentarios. En fin, que de lo que realmente me quejo es que tras una hora de cóctel, todavía no habían sacado comistrajos, y que cuando empezaron, sacaban una bandeja de tristes lonchas de chorizo cada diez minutos… Al final trataron de corregirse sacando croquetitas y dátiles con beicon, pero ya era tarde y la gente estaba harta…
Para no enrollarme demasiado, sólo decir que nos fuimos a las 2 de la mañana, tras 5 horas de cena (¡¡5!!) y todavía no había empezado la barra libre. Entre plato y plato nos daba tiempo a dar largos paseos por el jardín y fumarnos media cajetilla… Cualquier cosa antes de estar en esa mesa en la que no hablaba ni dior.
Como no está bien decir solo lo malo, y que sea un poco una de cal y otra de arena, diré que me gustó el regalito de recordatorio que dieron a las mujeres asistentes, que consistía en un paquetito con un perfume y unas barritas de incienso. Por lo menos fue original. Las vistas que se veían desde los jardines también eran espectaculares. Aunque definitivamente, lo mejor de la boda fue ver a mi sobrino vestido de pajecillo correteando por ahí y hablando con todo el mundo. Definitivamente mi sobrino es lo más gracioso del mundo.
Y hasta aquí puedo leer. Espero que por lo menos la entrevista de curro vaya un poco mejor que lo demás porque si no voy apañado con mi vida… ¡Una solución quiero!
Besos en las ingles.
lunes, octubre 03, 2005
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