Vista la acogida cuasi nula que tienen mis entradas con tintes de drama queen, vuelvo con alegría y alborozo a las crónicas frívolas que tanto os gustan, pandilla de desalmados. Que mira que no puede tener uno un día bajo, ¿eh?
Destino Londres
Como Air Madrid había decidido hacer que nuestro viaje previsto a Londres fuese un poquito más emocionante introduciendo el factor de suspense extra “Apáñatelas para llegar a Londres el día 2, porque yo suspendo mis servicios. Un fuerte abrazoooooo”, reunido el gabinete de crisis, dispusimos que la mejor opción era coger otro vuelo de ida baratísimo, con el único inconveniente de no volar a Londres, sino a Bournemouth (a.k.a Voldermort), que es un precioso pueblo costero a la insignificante distancia de 2 horas y media de autobús.
Otra gran ventaja de esta solución de emergencia era que el vuelo salía a las 6 de la mañana, que es una hora muy buena que no te rompe nada los biorritmos y eso. Como había que estar a eso de las 4 y media en el aeropuerto, decidimos que lo mejor era dormir todos en casa de Flat Eric, pedir un taxi por la noche y salir todos juntitos rumbo a nuestra aventura inglesa. Acordamos acostarnos a las 9 o así para dormir suficientes horas y nos dormimos a la 1 de la mañana, tal y como estaba planeado, con lo cual cuando sonó el despertador no nos había dado tiempo ni a entrar en fase REM, y nos levantamos de muy buen humor.
Hechos reseñables en el aeropuerto:
- Nos encantó que los mostradores de facturación estuviesen dentro de la cafetería, que si no nos lo indican, ahí seguimos buscándolos con la maleta para arriba y para abajo.
- Flat se compró una colonia al 100% de su precio antes de que pudiera avisarle de que estaba en otro mostrador al 60%. Diez gallifantes para Flat.
- La misma azafata de Ryanair hace absolutamente todo: te coge la tarjeta de embarque, te recibe en el avión, te sirve las bebidas, te despide del avión y te da la bienvenida a Voldemort desde la Terminal. Creemos que es posible que también ella cargue y descargue las maletas de la bodega del avión.
El aeropuerto de Voldemort es bastante peculiar. Tiene varias terminales: una del tamaño de un invernadero, otra como una maceta para un ficus y otra más pequeña del tamaño de un dedal. Como nos gustó mucho lo íntimo del ambiente nos hicimos varias fotos.
Como aterrizamos en tierra inglesa a las 8 y poco de la mañana y teníamos aproximadamente otras 8 horas libres más hasta que saliera nuestro autobús hacia Londres decidimos turistear un poco, no sin antes habernos llenado bien la barriga con un buen desayuno inglés lleno de porquerías. Encontramos una cafetería muy pintoresca con precios económicos y camarero muy marica con las cejas muy depiladas y allí nos metimos para el cuerpo un huevecito frito, con su pan bien de aceite chorreando, sus tiras de beicon, su salchicha compuesta en un 95% de grasas animales saturadas y su cazo de judías pintas en salsa gelatinosa. Mucho arte en un mismo plato. Mucho arte y unas 3.500 kcal también.
Con el estómago fermentando esa plastuza nos fuimos a dar un bucólico paseo por la playa, que era muy bonita y se hallaba adornada por una especie de oleoducto y una elegante excavadora. También vimos un cartel que la acreditaba como la mejor playa inglesa de nosequé año... Visite Voldemort.. Nos hicimos más fotos haciendo el número de “I’m a lady!” de Little Britain y rápidamente nos metimos en un supermercado a empezar a gastar panoja en estupideces.
Entre pitos y flautas se hizo la hora de coger el autobús, que era cómodo, pero tenía la calefacción tan alta que la piel se nos empezó a hacer cortezas y el pelo a oler a chamuscado. “Por favor, ¿podría bajar la calefacción a 45ºC? Es que me está dando una embolia cerebral.... Gracias” A duras penas pude ponerme el iPod porque se me resbalaba de las manos con el sudor, pero al final lo conseguí y me dormí como un bendito.
Al cabo de unas mil horas llegamos a Victoria St, con 7 kilos menos gracias al efecto sauna Vulkan del autobús. Allí descubrimos las maravillas de la Tarjeta Ostra, que es todo un avance del nuevo milenio y que consiste en una tarjetita de transporte que cargas con dinero y que pasas por un detector a la entrada para que te pique. Comodísimo y además más barato que el abono de 3 días. ¡Una ganga, oiga!
Destino Londres
Como Air Madrid había decidido hacer que nuestro viaje previsto a Londres fuese un poquito más emocionante introduciendo el factor de suspense extra “Apáñatelas para llegar a Londres el día 2, porque yo suspendo mis servicios. Un fuerte abrazoooooo”, reunido el gabinete de crisis, dispusimos que la mejor opción era coger otro vuelo de ida baratísimo, con el único inconveniente de no volar a Londres, sino a Bournemouth (a.k.a Voldermort), que es un precioso pueblo costero a la insignificante distancia de 2 horas y media de autobús.
Otra gran ventaja de esta solución de emergencia era que el vuelo salía a las 6 de la mañana, que es una hora muy buena que no te rompe nada los biorritmos y eso. Como había que estar a eso de las 4 y media en el aeropuerto, decidimos que lo mejor era dormir todos en casa de Flat Eric, pedir un taxi por la noche y salir todos juntitos rumbo a nuestra aventura inglesa. Acordamos acostarnos a las 9 o así para dormir suficientes horas y nos dormimos a la 1 de la mañana, tal y como estaba planeado, con lo cual cuando sonó el despertador no nos había dado tiempo ni a entrar en fase REM, y nos levantamos de muy buen humor.
Hechos reseñables en el aeropuerto:
- Nos encantó que los mostradores de facturación estuviesen dentro de la cafetería, que si no nos lo indican, ahí seguimos buscándolos con la maleta para arriba y para abajo.
- Flat se compró una colonia al 100% de su precio antes de que pudiera avisarle de que estaba en otro mostrador al 60%. Diez gallifantes para Flat.
- La misma azafata de Ryanair hace absolutamente todo: te coge la tarjeta de embarque, te recibe en el avión, te sirve las bebidas, te despide del avión y te da la bienvenida a Voldemort desde la Terminal. Creemos que es posible que también ella cargue y descargue las maletas de la bodega del avión.
El aeropuerto de Voldemort es bastante peculiar. Tiene varias terminales: una del tamaño de un invernadero, otra como una maceta para un ficus y otra más pequeña del tamaño de un dedal. Como nos gustó mucho lo íntimo del ambiente nos hicimos varias fotos.
Como aterrizamos en tierra inglesa a las 8 y poco de la mañana y teníamos aproximadamente otras 8 horas libres más hasta que saliera nuestro autobús hacia Londres decidimos turistear un poco, no sin antes habernos llenado bien la barriga con un buen desayuno inglés lleno de porquerías. Encontramos una cafetería muy pintoresca con precios económicos y camarero muy marica con las cejas muy depiladas y allí nos metimos para el cuerpo un huevecito frito, con su pan bien de aceite chorreando, sus tiras de beicon, su salchicha compuesta en un 95% de grasas animales saturadas y su cazo de judías pintas en salsa gelatinosa. Mucho arte en un mismo plato. Mucho arte y unas 3.500 kcal también.
Con el estómago fermentando esa plastuza nos fuimos a dar un bucólico paseo por la playa, que era muy bonita y se hallaba adornada por una especie de oleoducto y una elegante excavadora. También vimos un cartel que la acreditaba como la mejor playa inglesa de nosequé año... Visite Voldemort.. Nos hicimos más fotos haciendo el número de “I’m a lady!” de Little Britain y rápidamente nos metimos en un supermercado a empezar a gastar panoja en estupideces.
Entre pitos y flautas se hizo la hora de coger el autobús, que era cómodo, pero tenía la calefacción tan alta que la piel se nos empezó a hacer cortezas y el pelo a oler a chamuscado. “Por favor, ¿podría bajar la calefacción a 45ºC? Es que me está dando una embolia cerebral.... Gracias” A duras penas pude ponerme el iPod porque se me resbalaba de las manos con el sudor, pero al final lo conseguí y me dormí como un bendito.
Al cabo de unas mil horas llegamos a Victoria St, con 7 kilos menos gracias al efecto sauna Vulkan del autobús. Allí descubrimos las maravillas de la Tarjeta Ostra, que es todo un avance del nuevo milenio y que consiste en una tarjetita de transporte que cargas con dinero y que pasas por un detector a la entrada para que te pique. Comodísimo y además más barato que el abono de 3 días. ¡Una ganga, oiga!
Por otro lado, el punto de emoción del día lo puso Claudio, que iba a todas partes con mi maleta:
- Ay Claudio, ¡que susto! Que la llevas tú... Pensaba que me había dejado la maleta por ahí...
- Coño, ¡que es tu maleta! ¿¿Y la mía donde cojones está??
Afortunadamente los británicos son un poquito más honrados que nosotros, y ninguna de las catorce mil personas que por allí pululaban decidió llevarse las cremas y los calzoncillos de Claudio en plan cesta de Navidad, aunque en realidad también tuvimos suerte de que la policía no pensase que era una bomba, que con el metro ya están un poco escarmentaditos y hay 50 cámaras de vigilancia por metro cuadrado.
Media hora después, nuestras maletas y nosotros llegábamos a nuestro elegantísimo hotel. Nos recibió un señor de avanzada edad y serios problemas de compresión oral y razonamiento abstracto.
- Pero sois tres, y aquí dice que ibais a ser cuatro.
- Ya, es que falta una chica que vendrá mañana.
- Ah (silencio). Es que la habitación es de cuatro.
- Bueno, es que viene mañana otra persona.
- Ah (silencio).
- Por cierto, ¿nos puede dejar otra llave?. Es que somos tres (y mañana seremos cuatro).
- No hace falta, porque vais juntos.
- Ya, pero a lo mejor alguien quiere volverse antes...
- Pues le dais la llave a él.
- ¿? ¿Y el resto que hace? ¿Le despierta a media noche a bocinazos para que abra la puerta? O mejor, el que llegue antes que deje la puerta atrancada con una estaca y baje a recepción a dejar la llave.
- Pero bueno, como vais juntos... (Pero bueno, ¿tú eres subnormal o no te riega bien el cerebro?) Sí, bueno, en realidad es verdad... Vale guay, gracias. (Que te folle un pez espada).
Tras unas escaleras enmoquetadas y bien angostas que seguro que pasaban todas las inspecciones contra incendios llegamos a nuestra pequeña suite. Un cuchitril con dos camas y una litera encajadas entre cuatro paredes forradas de un papel estampado de flores que haría las delicias de Renoir o de Melissa Hindell. El baño merece comentario aparte, porque era del tamaño del de un avión y no daba nada, nada de asco ducharse allí, aparte de que un niño con parálisis cerebral escupiría con más fuerza que la cisterna del váter.
Como el panorama era desolador decidimos irnos con Antonio, un amigo de Flat que vivía allí, a llenarnos la panza otra vez con Fish&Chips y tomarnos unas pintas en algún bar muy sórdido, muy cerdo y muy Londres. Al final nos llevó a uno que no era precisamente Sodoma y Gomorra pero no estaba mal. En realidad, como estábamos bastante cansados del día eterno que llevábamos, nos limitamos a criticar algunos atuendos y combinaciones y nos fuimos a casa, no sin antes pararnos en una sala de juegos a echar unas partidas de la máquina esa que tienes que saltar y pisar en los sitios que te va indicando al ritmo de la música. Flat y Antonio lo hicieron entre fatal y espantosamente mal, y Claudio y yo fuimos los amos de la pista y llegamos al final con chorrocientos millones de puntos. Es lo más grande esa máquina, pero cómo cansa... Al final llegamos al hotel (los tres juntos y con una sola llave) y caímos desmayados en la cama, aunque a Claudio le costó dormirse debido a las náuseas y a las arcadas que le provocaba el olor procedente del baño.
Ya se me ha vuelto a ir la mano... Mañana sigo.
Besos en las ingles.
- Ay Claudio, ¡que susto! Que la llevas tú... Pensaba que me había dejado la maleta por ahí...
- Coño, ¡que es tu maleta! ¿¿Y la mía donde cojones está??
Afortunadamente los británicos son un poquito más honrados que nosotros, y ninguna de las catorce mil personas que por allí pululaban decidió llevarse las cremas y los calzoncillos de Claudio en plan cesta de Navidad, aunque en realidad también tuvimos suerte de que la policía no pensase que era una bomba, que con el metro ya están un poco escarmentaditos y hay 50 cámaras de vigilancia por metro cuadrado.
Media hora después, nuestras maletas y nosotros llegábamos a nuestro elegantísimo hotel. Nos recibió un señor de avanzada edad y serios problemas de compresión oral y razonamiento abstracto.
- Pero sois tres, y aquí dice que ibais a ser cuatro.
- Ya, es que falta una chica que vendrá mañana.
- Ah (silencio). Es que la habitación es de cuatro.
- Bueno, es que viene mañana otra persona.
- Ah (silencio).
- Por cierto, ¿nos puede dejar otra llave?. Es que somos tres (y mañana seremos cuatro).
- No hace falta, porque vais juntos.
- Ya, pero a lo mejor alguien quiere volverse antes...
- Pues le dais la llave a él.
- ¿? ¿Y el resto que hace? ¿Le despierta a media noche a bocinazos para que abra la puerta? O mejor, el que llegue antes que deje la puerta atrancada con una estaca y baje a recepción a dejar la llave.
- Pero bueno, como vais juntos... (Pero bueno, ¿tú eres subnormal o no te riega bien el cerebro?) Sí, bueno, en realidad es verdad... Vale guay, gracias. (Que te folle un pez espada).
Tras unas escaleras enmoquetadas y bien angostas que seguro que pasaban todas las inspecciones contra incendios llegamos a nuestra pequeña suite. Un cuchitril con dos camas y una litera encajadas entre cuatro paredes forradas de un papel estampado de flores que haría las delicias de Renoir o de Melissa Hindell. El baño merece comentario aparte, porque era del tamaño del de un avión y no daba nada, nada de asco ducharse allí, aparte de que un niño con parálisis cerebral escupiría con más fuerza que la cisterna del váter.
Como el panorama era desolador decidimos irnos con Antonio, un amigo de Flat que vivía allí, a llenarnos la panza otra vez con Fish&Chips y tomarnos unas pintas en algún bar muy sórdido, muy cerdo y muy Londres. Al final nos llevó a uno que no era precisamente Sodoma y Gomorra pero no estaba mal. En realidad, como estábamos bastante cansados del día eterno que llevábamos, nos limitamos a criticar algunos atuendos y combinaciones y nos fuimos a casa, no sin antes pararnos en una sala de juegos a echar unas partidas de la máquina esa que tienes que saltar y pisar en los sitios que te va indicando al ritmo de la música. Flat y Antonio lo hicieron entre fatal y espantosamente mal, y Claudio y yo fuimos los amos de la pista y llegamos al final con chorrocientos millones de puntos. Es lo más grande esa máquina, pero cómo cansa... Al final llegamos al hotel (los tres juntos y con una sola llave) y caímos desmayados en la cama, aunque a Claudio le costó dormirse debido a las náuseas y a las arcadas que le provocaba el olor procedente del baño.
Ya se me ha vuelto a ir la mano... Mañana sigo.
Besos en las ingles.
13 comentarios:
Jajajajajaajaj, mira que te ha salido elegante y graciosa la entrada del viaje. Espero ansioso las siguientes entradas y, sobre todo, a ver qué cojones dices de Kylie. No se puede poner mal a Kylie. Decidido, te voy a llevar a todos mis viajes porque te quiero de cronista oficial.
Claudio, ¿tú que haces aquí? !Pero si tu nunca me comentas y mucho menos alabas mis crónicas! ¿Me estás haciendo la rosca? Jajajajajaja
Me encantaría que me hubieses podido ver por un agujero. Menudo panzón de reir que me he pegado tio. Tu si que tienes arte.
Un besazo enorme.
¡Qué risa vuestra viaje!
Mucho mejón que nosotros y la bomba, ande va a pará...
Piscu, en mi bloj también tienes crónica del concert!
Juas juas juas! Ay que me he reído sola y todo! Está todo contado con muchísimo arte, ardo en deseos de ver cómo narras mi espectacular llegada a ese palacio del terror y del hedor en el que vivíamos. Espero impatient. Si es que esto es como todo.
"un niño con parálisis cerebral escupiría con más fuerza que la tapa del váter..." ahí queda eso.
sigue por dios
Talifana: ¡aduladora! Luego en un rato saco la segunda parte si me da tiempo a acabarla.
Tony: Ahora me leo el reportaje en profundida de la Caili
Flat Eric: ¿A qué olor nauseabundo te refieres? ¿Al del primer día o al del segundo? Porque los responsables son personas distintas....
Patata: Tu espectacular entrada ya está narrada y apuntito de subir a las cyberondas. Si, es que es como todo... Más que como todo... una perra! ;)
Bonsai: No es correcta tu apreciación. Me refiero a la cisterna, no a la tapa, cari.
¿Cómo que acogida cuasi nula de tu entrada drama queen? Que mal me quieres...
¡Qué risa la crónica! ¡Queremos más!
Por dios, qué complemento más genial a la historia que contaba la Patata. Que me moero toa.
Juice
Has vuelto con las pilas cargadas, y celebro como siempre tus entradas largas... creo que te inspiras mucho más según vas escribiendo. Bravo, amiga!!
(no tengo envidia, no tengo envidia, no tengo envidia...)
Pues sí la tengo, y mucha. Me tenía que haber hecho unas chapas para haber podido disfrutar de este magnificérrimo viaje, hostias. Qué mala uva...
Qué risión con lo de Voldemort. Súper fan de ese pueblo. El hotel sería para verlo. Deseandito estoy ver las imágenes, a ver si en Claudio's las vemos o algo.
Por fin, una nueva entrega de la famosa galerista MELISSA HINDELL y nuestra amiga MARÍA, la pintora, a la que no dejan de hacerle nuevas proposiciones.
Puedes escucharla en www.guerrarte.com en el apartado pinceladas de humor http://el-caracol.blogspot.com/
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