Cuando todo parece que el mes se va a saldar con superávit, algo ocurre y el balance pasa a ser cero. No importan lo que haga, lo que ahorre, lo que derroche o a lo que me anticipe. Mi saldo final siempre es cero.
Si un mes me he vuelto loco a comprar y le he dado una hostia a la tarjeta día si y dia también; si un mes me lo bebo todo cada fin de semana y cojo trescientos taxis; si un mes cumplen años dos millones de amigos y tengo que poner dinero para sus dos millones de regalos, no hay problema. Me aprieto un poco el cinturón y mal que bien, de forma más o menos renqueante y apurada, consigo llegar a fin de mes.
Por el contrario, si un mes he estado de exámenes, o he salido muy poco, o he hecho un trabajito extra, o recibido dinero en Navidades, o me he encontrado dinero en un taxi, o cualquier otra cosa que haga que en un momento dado mi cuenta bancaria está más abultadita de lo habitual, siempre, siempre, SIEMPRE, con probabilidad matemática del 100%, ocurrirá algo fortuito y aislado que me obligará a hacer un desembolso brutal que acabe con mis sueños de ahorrar panoja mes a mes. El saldo a final de mes será cero indefectiblemente. Las potenciales causas de mis eventuales descalabros económicos son múltiples, de variedad infinita. A saber:
- Una factura de teléfono desorbitada.
- Que me roben el móvil.
- Que me vea obligado a invitar a toda la familia para festejar algún triunfo.
- Que sea mi cumpleaños y me tenga que dejar la talegada en invitar a comercio y bebercio a gente que luego anula diez minutos antes.
- Que tenga que abonar mi título académico.
- Que me roben la calculadora científica cara-que-te-cagas y me la tenga que volver a comprar con urgencia.
- Que me tenga que sacar un billete de AVE inesperado.
- Etc, etc, etc...
Todas estas son causas que aisladamente, o de forma combinada, se las apañan para que yo no empiece ningún mes con más dinero que el anterior. Pero sin duda, la bestia negra, la madre de todos los infortunios monetarios que me pueden pasar, es que me pongan una multa de circulación.
No falla; puede ser de la ORA, de aparcar en doble fila, de saltarme un semáforo, de meterme por donde no debo, pero no falla. Jamás. Si se acerca el día 30 y las causas anteriormente citadas no han sido capaces de esquilmarme del todo, llega la Señora Multa y soluciona el problema. Además, la multa es siempre proporcional a mi bonanza económica. Si sólo me quedan unos eurillos en la cartilla, me pondrán una multa de 30 euros. Si por el contrario voy a acabar el mes con más márgen, la multa será de noventa. Y si acabo de recibir un generoso pellizco navideño de manos de mis papás, entonces me tocará el premio gordo de 300 machacantes en todo el estómago. Es un axioma universal y corolario de la Ley de Murphy.
Hace 3 días me llegó una simpática multa de 90 euros (con reducción a 62 por pronto pago; Jamás pago a tiempo) por circular por el Barrio de las Letras, en concreto por la plaza de Santa Ana, cuando solo pueden hacerlo los taxis. Como resulta que me han hecho foto pues ni siquiera tengo derecho a pataleta. Claro, como este mes iba bastante bien de panojilla...
Además, como resulta que mi coche no está a mi nombre sino a nombre de una empresa, pues cada vez que me cae una multa, me toca presentarme en la oficina de marras a entregar un papel que me identifique como conductor del vehículo en el momento de la infracción. Que se te ocurra olvidarte de identificarte y se te pase el plazo... En ese caso, no importa cual sea el importe inicial a abonar; la multa automáticamente se convierte en una preciosidad por valor de 301 euros. No os voy a comentar la de veces que me ha ocurrido esto. Luego se puede reclamar y demás, pero es un infierno y hay que faltar al trabajo ochocientas veces, así que tampoco es muy recomendable.
La conclusión de todo esto es que hay un Ser Superior, un Ente Absoluto que maneja los hilos y que se encarga de que el orden cósmico permanezca siempre en equilibrio a lo largo y ancho del Universo, para lo cual, el hecho de que mi cuenta se mantenga estable en 0,00 euros es condición sine qua non. Es por esto que he decidido gastarme todo mi dinero en mi, y no ahorrar ni una perra gorda. CARPE DIEM.
Besos en las ingles.
9 comentarios:
¿Recuerdas cuando te propuse hacernos chaperos los findes?
Cuando quieras...
¡Cásate!. Te asegura la bonanza económica durante unos meses. Comprobado.
Si encuentras al ser superior que manda en estos designios económicos, díle que me deje en paz a mí también. ¡Que quiero ahorraaaaar!
XD er manué habla como una pitonisa televisiva o de prensa escrita, me parto. Ann, cari, cuantos puntos te quedan en el carné? Yo porque no conduzco, si no iría por el mismo camino...
Ese Ser Superior tiene cara de contable y desde que tenemos capitalismo no para de trabajar, sabe mucho. Aunque en la prehistoria también pasaba, seguro que a más de uno se le moría la cabra a final de mes.
vale, que síiiii... que debo una copa por acabar la carreeera. qué sutil te pones a veces, hijo
fotos, fotos y más fotos, y todas indiscretas... el Gallardón cada vez más se parece al Miguel Temprano, tiatiatia
Josús... no se 'ta ocurrio de mandarme esos eurillos q te vienen de mas... asin tu te ahorras disgustos y yo me ahorro hipoteca... jeje...
Si cuela... 'mavisas ;)
Un placer
Actualiza! para un blog que merece la pena... no seas vaga que tus fans te lo agradeceremos en el alma
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