lunes, octubre 09, 2006

El milagro

La semana pasada ha sido horribilis de principio a fin. La carga de trabajo a la que me ví sometido tomó tales tintes dramáticos que los tuppers de la comida se fueron quedando día tras día amontonados en la nevera, porque no había tiempo de comer... La verdad es que a eso del jueves ya me empezó a dar vergüenza que la gente empezase a comentar que había un tupper con moho en la nevera desde hacía tres días.

Además, mi querida contractura mutó en un dolor intenso e indeterminado que me paralizó el brazo, con lo cual me ´ví obligado a tener que teclear prácticamente con un dedo (cuando yo siempre uso dos, los dos índices). En fin, un horror.

El viernes, que tenía yo unas ganas locas de salir de marcha, emborracharme y follármelo todo, acabé en casa de Claudio viendo unos reportajes sobre cine porno y colándome en su cama a las dos de la mañana muerto del cansancio. Claudio no daba creditito al ver como, sin preguntar ni nada, le hacía la tres catorce, y me metía entre sus sábanas a estreno para ponerme a roncar como una locomotora a los 30 segundos. El pobrecito no pudo pegar ojo y tuvo que dormir en el sofá con unos auriculares puestos para intentar huir de los ruidos infernales que salían de mi garganta.

Cuando no pudo más se bajó a por churros y todo... Y yo cuando me levanté me los encontré ahí, delante mía... Claudio es un amor; le jodo la noche y el me trae churros... Qué arte...

Como colofón a la semana, recibí una triste noticia: una tía abuela mía había muerto. Yo no estaba muy seguro de quien era, la verdad, pero mi madre estaba muy afectada, y sus polluelos debíamos acompañarla en el trance. Conclusión: chúpate dos horas de cola en la estación de Atocha para sacar billetes del AVE a las 7:30 del domingo, que implica levantarse a las 6:00, que de todos es sabido que es una hora muy buena para empezar el día del Señor.

Como me tenía que levantar tan prontérrimo, solo me dio tiempo a pasarme un ratín por la fiesta I Aniversario JeNeSaisPop, pero fue suficiente para bailar desaforadamente con las pinchadas, magistrales por cierto, de Claudiopiscu y Farala.

El domingo estaba a las 9 y media de la mañana en Córdoba, con un sueño atroz, y un dolor de hombro inenarrable, pero cumpliendo con mi deber de hijo. Era una circunstancia especial, porque nunca antes había asitido a un funeral o un entierro; cuando era niño me mantenían al márgen, y más de mayor no se ha muerto nadie diréctamente relacionado conmigo. Toco madera.

Llegamos al tanatorio y allí fue la primera vez que miré a un muerto a la cara. No me impresionó. Lo que me impresionó es darme cuanta de que no tenía ni repajolera idea de quién era esa señora. Luego ya por conversaciones que iba oyendo me ubiqué un poco. Lo que ocurre es que yo soy un hijo no deseado (o bueno, no buscado, que es más políticamente correcto), y llegué muy a destiempo, con lo que tengo poco trato con mi familia no inmediata. A eso se le suma que las ocasiones de ver a mi familia materna han sido escasas. Y sobre todo esto hay que añadir mi habitual desinterés y pasotismo por todo, que es muy fuerte. Todo esto se resume en que estaba en el velatorio de una señora que no sabía quien era.

Cuando ya até cabos, caí en la cuenta de que a esa mujer la había visto unas dos veces en mi vida, pero que ya podía situar en el tiempo y en el espacio. ¡Qué alivio!

Después del tanatorio nos dirigimos a la misa de corpore insepulto que se celebraba como funeral. Aquí me ocurrió algo muy extraño.

Por un lado está el hecho de que a mí las misas me sientan como un frasco de Orfidal directamente inyectado en el cerebro. Por otro está mi total y absoluta falta de empatía social, que hace que me la suden las desgracias ajenas y que igualmente me resbalen sus alegrías, lo que me convierte técnicamente en un cabrón sin corazón. Pero misteriosamente este domingo en la iglesia se obró el milagro.

Mi madre salió al púlpito a leer la semblanza de su tía. Para los que no lo sepáis, como me ocurría a mi hasta ayer, una semblanza son esas palabritas que se dicen en los funerales y que resumen la vida del difunto. Pues bien, mi madre se puso a hablar, muy entera, y de repente se me empezó a formar un nudo en el estómago que derivó en un torrente de lágrimas. Oía a mi madre hablar sobre su tía, de algunas cosas que yo sabía y otras que desconocía por completo, y no podía parar de llorar.

Resulta que mi tía abuela se tiró postrada en una silla de ruedas al principio, en una cama al final, durante todo el tiempo que separó sus treinta años, edad en la que se quedó paralítica por una meningitis mal curada, de sus ochenta y siete, edad en las que dejaba este mundo. Yo sabía que estaba paralítica, pero no tenía ni idea que lo estaba desde hacía tanto tiempo... Luego me entero de que viajó a Lourdes a intentar que se obrara el milagro, pero que nada, que no se obró. Ella, en vez de desilusionarse, como hizo el resto de la familia (son todos profundamente religiosos, pero en plan bien, no en plan secta), les dijo a todos que por supuesto que se había obrado un milagro, distinto del que esperaban, pero igual de bueno, que consistía en la aceptación feliz de su enfermedad.

Y así vivió hasta el final, inmovilizada pero feliz, y dando cariño a todos los que la rodeaban y la cuidaban, en vez de convertirse en la típica vieja impedida amargada por su situación, que lo paga con la gente que la cuida, que es una cosa muy común, aunque comprensible por otra parte, lo que no quita importancia al hecho de que mi tía fuera precisamente lo contrario.

A vosotros esto os sonará a pastelada de folletín, pero a mi me ha dejado muy tocado la experiencia. Fui al entierro de una señora que me daba igual, y volví lamentando de corazón su muerte. ¿Será que ya no soy un hijoputa desalmado? ¿¿Se habrá obrado en mí otro milagro-milagro?? No os quiero comentar la llantina que me entró en el cementerio viendo las tumbas (había una de un bebé de dos mesecitos llena de sus peluches), y leyendo los epìtafios de los nichos. Había una lápida que me gustó especialmente. Era muy sencilla, de mármol negro, y aparte del nombre del fallecido, rezaba solamente siguiente cita de Juan Ramón Jiménez:

"Y yo me iré, y los pajaros seguirán cantando..."


Me quedo con esa frase. Hasta mañana. Besos en las ingles.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Mira maricón de mierda, yo, que lloro hasta con los anuncios de colonia, pues esto no se me hace. Que se me acaban de saltar dos lagrimones como dos puños.

Ann O'Nadada dijo...

Farala: Llora mujer, llora, que es sanísimo...

Flat: Tú te callas, que parece mentira que con lo maricón y lo nenaza que eres no se te ablande ese corazón de oso... Yo busco la lágrima fácil como Lars von Trier, y ya está.

Anónimo dijo...

Coincido con Flat. QUe manera de intentarnos hacer llorar, pareces un Alejandro Amenábar cualquiera rodando MAR ADENTRO 2, :P

NO, en serio, ya que hablas de epitafios en las tumbas... ¿Quieres que la frase del pájaro sea la que pongamos en tu lápida cuando te asesine la próxima vez que te quedes a dormir en casa? (MODO RISA MALÉFICA ON)Jajajajajajahuahuahuhahhahahjjajja
(MODO RISA MALÉFICA OFF)

Anónimo dijo...

Yo también tengo poca empatía social, aunque la última vez que fui a un velatorio no vi al muerto, pero todos tenemos algo dentro que nos hace ser sensibles al sufrimiento de los demás y a esas historias de personas que tratan de dar una salida a sus enfermedades antes de la muerte. De todas formas, nadie es tan hijoputa desalmado como para que eso no le afecte, más bien los hijoputas son los que simulan el llorar.

Anónimo dijo...

A ver, que no se me ha guardado el comentario (quién me mandaría cambiarme a blogger beta...)... que decía yo que me ha enternecido mucho este post, que me recuerdas al chico del anuncio del coche, el que está con modo sensible ON y le da la llantina por ver caerse a un bicho, mientras suena "if you leave me noooowwwwwwwww"

Ann O'Nadada dijo...

Abel: Bueno, yo mientras no se demuestre lo contrario, esta brecha en mi armadura sentimental la tomaré como un hecho aislado... Si me vuelvo a derrumbar presenciando un drama social ya os lo iría comentando... ;)

Rutipiti: Beta es mal!! En cuanto a lo que dices, pues es que no tengo ni guarra de a qué anuncio te refieres... ¿Está en youtube?

Anónimo dijo...

Vaya, y yo que pensaba que lo tuyo era el chistorete... Pero bueno, de risas y lágrimas está hecha la vida... esas cosas te conectan con el mundo, digo yo.

Anónimo dijo...

Lo he buscado, pero no lo sé encontrar, ya que no sé el modelo, marca, ni ná de ná... y por chico llorón no me viene nada... si lo encuentro, te lo digo, que es buenísimo!!