jueves, diciembre 22, 2005

1001 canapés por la noche

Estaba yo el viernes tarde aburridillo cuando descubrí un mensaje de Claudio invitándome a la fiesta de Axe en Kapital que daba comienzo 20 minutos después. Rápidamente me disfracé de moderna mamarracha y me planté allí a ponerme ciego de canapés. En la puerta estaba sólo Flat, completamente borracho de poder de la comida navideña con la gente del hospital que había tenido a mediodía, y que estaba con el típico pedo cariñoso de hablar con vocecilla tonta y dar abrazos a diestro y siniestro. Cuando llegaron Claudio y Patata nos besamos por el cuerpo para darnos la bienvenida y entramos en la discoteca en la que hacía unos 5 o 6 años que no ponía un pie, desde la boda de Pains. Recordemos que Kapital era una de mis discotecas fetiche en mi adolescencia hiperpija.

Claudio y el Tubérculo (que llevaba unas katiuskas supertendencia) estaban acreditados como Dior manda, porque ellos son de los medios y tienen que cubrir todos los saraos, pero Flat y yo íbamos de consortes acopladísimos. El gorila nos preguntó si éramos periodistas, y contestamos que sí. ¿Pero todos? Que sí, que sí hombre. A partir de ahí decidimos meternos en el papel de periodistas, pero no coló. Se notaba a la legua que nosotros íbamos a llenarnos el estómago y ya está. En la entrada, una simpática azafata compañera de clase de Patata nos hizo entrega de unos birretes de fieltro que nos acreditaban como graduados en las Academias de Ligue Axe. O nosotros tenemos la cabeza enorme o esos gorros estaban diseñados para jíbaros, porque nos quedaban como un copete, así que nos los quitamos inmediatamente porque además nos estropeaban el peinado.

En cuanto llegamos a la pista nos hicimos con unos vinos y unas cervezas panojaless y nos situamos en una posición estratégica para interceptar cualquier bandeja que saliese de las cocinas. Los canapés no eran de llorar de la emoción, pero había unos cuantos bocados bastante apetitosos. Aunque para apetitOSO, el oso indie que pululaba por ahí con una camiseta naranja, que se pasó toda la noche pasando por delante de nuestra cara, luego para nada, porque yo me volví a casa solo... Bueno, que me disperso. Flat y yo nos ganamos los favores de una camarera, que vino literalmente a servirnos diciendo que teníamos cara de hambrientos. Joder, ¿tanto se nos notaba?. El caso es que le prometimos mencionarla en nuestra crónica periodística y bueno, yo mentir no he mentido, que aunque no tenga una columna en un periódico como Carrie Bradshaw, por lo menos tengo un bloj. Lo más gracioso fue cuando Flat le dijo: "¿Qué, aquí ganándote al cuarto poder eh?". Yo no daba crédito. Yo no tenía ni idea de lo que era el cuarto poder. Especulé con los poderes de los 4 Fantásticos, o con el Poder Rosa, pero resulta que eran los medios. Si yo no tenía ni idea, la camarera menos aún, y se quedó con cara de croqueta como las que llevaba en la bandeja. Es que Flat es así, le sale solo instruir al pueblo llano, porque el está por la alfabetización mundial...
Cuando ya no pudimos comer más, un mariquita que iba de macho se subió al escenario para divulgar las grandezas de Axe, y dio paso a un numerito musical coreografiado con banda sonora de... Adivinadlo. Exactamente, Hung up de Madonna. Bailamos moderadamente y yo me enamoré del bailarín rellenito. Luego salió alguien con un traje de cuerpo entero, cabeza incluida, hecho de espejitos de bola de discoteca. Era como un cruce entre un patinador de hielo, Roisin Murphy y la Florrrr de Alcorcón. Nos hicimos muy fans y planeamos robarle el modelito.

Tras el show empezó la barra libre y nos tiramos como hienas a pedirnos unos gintónics, mientras dábamos buena cuenta de las bandejas de pastelitos que empezaban a salir. Simulamos meternos unas puntitas de azúcar-glas con la uña y bailamos bakalao. Claudio y Flat se pusieron a meterle la letra de canciones de Astrud y Chycha a todos los pinchamientos de ayer de hoy y de siempre que nos pusieron y yo me acabé cansando un poco, así que me retiré a la barra a (re)cargarme de alcoholes.

Al cabo de un rato movimos el chiringuito a unos sofases rojos muy cómodos donde hablamos sobre semen y caca, que son nuestros temas preferidos, y la Patata se acomodó tanto en el sofá, hipnotizada con la absorbente tertulia, que puso los pies en la mesa de cristal que teniamos enfrente y se la cargó, del concepto cargarse una mesa con las katiuskas.

Después de esto decidimos que allí ya no había nada que ver y nos fuimos al Maridonals a poner el límite nuestras arterias con una poquita más de colesterol, pero yo no pedí nada, porque me salía más a cuenta comerme las patatas de Flat, que para eso ahora cobra el triple que yo. Acto seguido, cada mochuelo a su olivo, y yo al mío en taxi, porque yo lo valgo. Por cierto, que nos regalaron una cajita de productos Axe la mar de apañadita y molona. Claudio la pisó y la destrozó, pero yo la tengo intacta.

Ayer quedamos Farala, Claudio y yo para ver Harry Potter y el cáliz de fuego. Yo como, aún gustándome, no soy demasiado talifán de esta saga, me la tragué sin chistar, y sin pasarlo mal por ver que se dejaban un montón de cosas del libro. De todos modos, si se hubiesen dejado absolutamente todo del libro y me hubiese pasado las 3 horas de película viendo un fotograma fijo de Victor Krum me habría parecido estupendo también, porque hay que ver como está el cabrón, y eso que a mi los niñatos me gustan entre cero y nada, pero este... Ay omá...

Y eso, que aparte de trabajar no hago nada excesivamente interesante, así que a ver si esta noche me da temas que compartir con vosotros, que tengo una cenita y unos temas y unas cosas.

Besos en las ingles.

lunes, diciembre 19, 2005

Mi primera vez

Hoy ha sido mi primer día de trabajo. Por fin me han llamado para incorporarme en la plantilla de mi empresa como becario precario. Trabajo 5 horas y tampoco es que cobre una panojada, pero vamos, que tampoco está mal para ser el último gato y currar 5 horas.

Ayer decidí no ir al Plan Travesti, porque ya nos conocemos y lo de que voy solo un ratito y estoy a la una y media en casa sin tomar ni una copa no se lo cree ni el tato. Es por ello que me curé en salud y decidí no moverme de mi casa y quedarme agilipollado viendo El Debate de Gran Hermano. A la 1 menos cuarto ya estaba en la cama, aunque con los nervios me desperté un par de veces viéndome obligado a asaltar la nevera con nocturnidad y alevosía y ponerme bien ciego de coca-cola y turrón blando, que es lo que recomiendan comer de madrugada 9 de cada 10 médicos. Gracias a esto, me he levantado con una acidez de estómago preciosa. Pero una acidez no es nada cuando es tu primer día de trabajo.

He llegado 20 minutos antes de la hora, para quedar bien, y he tenido una reunion con mi jefa y mi subjefa (no olvidemos que sobre mi cabeza descansa toda la jerarquía de la empresa) y me han contado en qué consiste mi trabajo. No lo voy a contar porque no me da la gana y además no os íbais a enterar demasiado, pero básicamente tengo que pasarme todo el puñetero día delante del ordenador pidiéndole cosas al Señor Google. Es muy posible que en dos semanas ya esté absolutamente quemado del trabajo, pero por lo menos hoy he emprendido mis tareas con una sonrisa... Lo malo es que tengo al superjefazo de división respirándome en el cogote y no puedo perder demasiado el tiempo.

Me ha hecho muchísima ilusión tener mi primer trozo de oficina separado por miniparedes prefabricadas, mi ordenador que funciona a pedales, mis clips, mis post-its, mis rotuladores de colores... Ay, es que me he desvirgado por fin en estas lides, que ya era horita...

Me he tomado un café para socializar y empezar a conocer a mis compañeros de trabajo y he observado que hay bastantes señores ejecutivos de traje que me ponen una poquita. Como he tomado la determinación de no ser una zorra en mi puesto de trabajo, este hecho no conlleva ningún movimiento de fichas por mi parte, pero por lo menos me alegro la vista cuando levanto los ojos de mis papers y de mi catódica pantalla. Oye, que por lo menos tengo buen ambiente...
Pues eso, que no mucho más. De mi curro no voy a hablar demasiado, por aquello de mantener cierto anonimato y de qué nunca sabes quién te puede leer, así que a partir de mañana seguiré contando las estupideces a las que os tengo acostumbrados.

Hasta entonces. Besos en las ingles.

miércoles, diciembre 14, 2005

Los Infomerciales. Parte II

Seguimos con la lista de objetos entrañables anunciados en programas entrañables

Superlube y demás productos para el coche. El más interesante era un protector para la pintura de tu bólido que lo protegía de todas las inclemencias del tiempo, y para demostrarlo ¿qué hacían?: ¡pues disparaban al coche con un rayo láser ni más ni menos! Pero hombre, por Dior, ¿Quién va a disparar a su coche o al del vecino (para joderle si su coche es mejor) con una pistola láser? Es más, ¿quién tiene una pistola láser? Vale, sí, ya se que la idea del anuncio es mostrarte que si consigue soportar un rayo láser, qué otra cosa no va a soportar, pero no me digáis que la puesta en escena no es bizarra. Y todo el público exclamando “Oh my God, what is he doing!!!” con cara de horror… Impagable.

Faja de cuerpo entero que convierte tu obeso cuerpo de carnes fláccidas en una escultura renacentista. Si además lo complementas con un sujetador de silicona sin tirantes ni nada que te pone las tetas en la boca, pues ya estás lista para comerte el mundo. Lo mejor es el testimonio de las modelos improvisadas del público, que después de probárselo, le dicen a la experta entre lágrimas que incluso estaban pensando en pasar por quirófano, que muchísimas gracias. Cari, no deseches la idea, nunca es tarde.

Las gafas Mojave o Bella-sun. Son un juego de dos monturas feas y diez pares de cristales horrendos, para poder combinarlos entre sí y poder tener de una atacada 20 pares de gafas espeluznantes. Sorprendentemente, los viandantes consultados para probar las gafas quedaban encantados y les parecían supermodernas y estilosas. Para mí que estaban conchabados…

El teclado pedagógico. Era un teclado al que se le encendían las teclas que tenías que ir pulsando, para ayudarte a aprender las canciones, ya que tenía mogollón de melodías pregrabadas. El presentador experto era el mismo que el de las plantillas Magna Power, por lo que se deduce que el hombre era un erudito multidisciplinar. Lo realmente terrible era el nombre cacofónico y anticomercial que le habían puesto. Teclado pedagógico. Por favor, ya podían haberlo bautizado Super Rythym, o Melody Star, que es horrible pero un poco mejor al menos. Duró poquísimo en antena, y la verdad es que no me sorprende.

Quick&Brite. Esta mágica pasta rosa presentada en cubos de 5 litros prometía ser la revolución de las amas de casa, ya que la aplicación de la pasta directamente sobre la mancha, o pulverizada en spray disuelta en agua, era más que suficiente para eliminar cualquier mancha imaginable. Para demostrarlo, alguien tiraba una coca cola y restregaba las patatas y la hamburguesa del menú Big Mac contra la tapicería de un vehículo, y después con un refrote de pasta rosa y una toalla blanca limpia lo limpiaba y quedaba como los chorros del oro. Todo lo solucionaban con una toalla blanca limpia… No sé yo si sale a cuenta gastar tantas toallas limpias para limpiar toda tu casa. En cualquier caso, la escena de la señora tirando a la basura sus 2000 productos distintos de limpieza y sustituyéndolos por el magnífico cubo de pasta-que-todo-lo-puede me parecía fastuosa. Por cierto, el experto de este show llevaba el jersey más feo de todos los que he visto hasta ahora.

Tuxedo. Con este nombre, que significa esmoquin, publicitaban un rodillo de pintar paredes que eran tan guay que no salpicaba nada, y para demostrarlo, el experto pintaba las superficies vestido de esmoquin, sin miedo a mancharse. La puesta en escena desde luego era de 10.

Alisadores de pelo. Había muchos distintos, y conseguían que el pelopolla más recio de la chica negra de turno quedase liso y brillante con unos pocos minutos de aplicación. Lo mejor era ver las caras sonrientes de las chicas que lo probaban y sobre todo ver las fotos de antes y después. El antes con el pelo frito y la cara triste recién levantada de perro pachón, y el después con una sonrisa de oreja a oreja y dos o tres horas de peluquería y maquillaje. Maravillosa técnica de venta esta.

Discos recopilatorios. Estaban las series de los 70’s, 80’s y 90’s presentadas por chicos jóvenes y pizpiretos. Me encantaba cuando enseñaban todos los cedés abiertos en abanico como si fueran un póker y se notaba a la legua que estaban pegados con superglue… También me gustaban mucho las colecciones de discos de canciones de amor, que incluían indefectiblemente el Total Eclipse of the Heart de Bonnie Tyler. El mejor, Young at Heart, de Sound Direct.

La supermopa. No la explico porque habla por sí sola y está en el imaginario colectivo de todos los españoles.

El agujereador de cigarros. Creo que se llamaba Smoke Free o algo así muy elaborado. Era un cacharrito en el que introducías tu paquete de tabaco, y con una simple presión con los dedos conseguías que te perforarse todos los cigarros por el filtro. Se supone que esto conseguía unas corrientes convectivas super alucinantes que reducían en un porcentaje altísimo la inhalación de sustancias nocivas. A ver, por favor, que a lo mejor es que yo soy gilipollas. La inhalación de tóxicos se reduce porque parte del humo se escapa por el agujero, y punto pelota. Vamos, que hay que ser memo para gastarse dinero en semejante estafa, más que nada porque si quiero inhalar menos monóxido de carbono, ya me agujereo yo mis pitillos con un alfiler. Demostrado, la caradura de algunos no tiene límite.

Hay cientos de productos más, y podría estar listándolos durante semanas, pero creo que me voy a quedar aquí. De todos modos, no quiero olvidarme de algunos de los infomerciales españoles que me han impactado. La calidad es sensiblemente menor, pero no por ello dejan de soprenderme. Voy a resaltar sólo cuatro.

El ordenador HP. En este terrible anuncio, la mujer florero pregunta al experto que si con ese superordenador que le está enseñando podría ella hacer cosas como escuchar música, ver películas, grabar un CD o incluso conectarse a internet para ver sus páginas favoritas. Él contesta orgulloso que sí, que tal es el poder de procesado de la máquina, que todas esas cosas se pueden hacer con ella, e incluso muchas más. Yo me quedo muerto, esperando que le pregunte si la oferta incluye ratón…

Kalia Oxi-Action. Este infomercial es muy vistoso, pero desde el punto de vista de cualquier químico es una auténtica aberración. No me quiero poner friki-técnico pero lo de echar una botella de yodo en el agua de lavado para hacerlo más difícil todavía es una tomadura de pelo para cualquiera que conozca las reacciones redox y lo vistosas y espectaculares que son…

Set de jamón y de productos ibéricos. No tiene nada de especial, pero lo presenta José Manuel Soto, y ya sólo eso lo hace grande.

Colchón Natura de Lo Mónaco. Claudio se lo compró, así que algo debe tener.

En fin, que es todo un mundo esto de los infomerciales. Yo me quedo absolutamente hipnotizado viéndolos y confieso que a veces tengo tentación de comprar algo, pero como no tengo un duro se me pasa rápido. Además, alguien que participó en mi compañía de teatro hizo de experto en alguno de ellos y no se lo compró, así que me fío poco. En cualquier caso vosotros sois libres de hacer lo que queráis, y además me gustaría que me lo contaseis. Es más, hago un llamamiento popular para que dejeis constancia aquí de los productos de Teletienda que habéis comprado, e incluso que me recordéis alguno que se me haya podido olvidar a mí. Seguro que lo conozco.

Besos en las ingles.

martes, diciembre 13, 2005

Los infomerciales. Parte I

Hoy os voy a hablar de esos fascinantes programas que nos invitan a comprar objetos extravagantes, totalmente innecesarios, pero a la vez altamente deseables por la misma razón. Sí amiguitos, estoy hablando de esos anuncios de media hora, los infomerciales.

Hay infomerciales a todas horas, como por ejemplo antes de vuestra serie favorita, pero coincidiréis conmigo que los más interesantes son los que emiten de madrugada, porque los productos son mucho más elaborados y además la franja horaria predispone para tragarte la media hora de consejo publicitario con una sonrisa satisfecha.

De los infomerciales me gusta todo. Me gusta el público que está continuamente riéndole las gracias al presentador y soltando exclamaciones de estupefacción, atónitos ante las bondades y grandezas del producto en cuestión. Todo muy espontáneo. También me gustan los presentadores, que invariablemente son un experto en la materia que lleva un jersey muy feo, acompañado por un ama de casa peliteñida o por una estrella mediática de tercera regional que muy probablemente no hayas visto ni oído hablar en tu vida. No obstante, lo que más me gusta sin duda es el doblaje. Se pasan la sincronía por el arco del triunfo sistemáticamente, sobre todo con los testimonios de los consumidores satisfechos, a los que el producto anunciado cambió la vida por completo. ¿Qué el doblaje acaba segundo y medio antes de que la persona doblada termine de mover los labios?, pues qué le vamos a hacer, por lo menos lo han intentado. Es que la tía se alarga mucho hablando…

A continuación, os expongo una lista de artículos que han marcado mi vida. Hay cientos y no los puedo poner todos, pero por lo menos describiré una buena lista, de los que más me han impactado.

Las plantillas Magna Power. Eran unas plantillas de un material super novedoso y comodísimo, que llevaban en su interior una serie de imanes que coincidían con los canales energéticos del pie, estimulándolos y abriendo los chakras, karmas, y todo lo abrible para que a través de la reflexología del pie tu vida fuese mejor y no te cansases y encontrases trabajo y novia. El eslogan usado era “¡Es como caminar sobre el aire!” y los presentadores lo mejor del mundo. Uno de ellos, el experto, era un señor bastante parecido al maestro Leyva del ¿Qué apostamos?, y la estrella invitada el rubio ex-líder de Locomía (cuchubare). Por lo tanto, este infomercial, no tengo ni que decir que es un MUST en toda regla.

El Butatrans. Un artilugio con estructura metálica que servia para poder agarrar y transportar cómodamente y sin partirte el espinazo ni destrozarte las lumbares, las pesadas bombonas de butano llenas. De ahí el ingeniosísimo nombre Buta-trans. ¿A que los creativos se lo curraron mogollón? Tres hurras por ellos. Estaréis conmigo en que el mundo iba a la deriva hasta la creación y puesta a la venta de este objeto, ¿no?

El Chef-o-matic. Este robot de cocina pretendía echar del podio a la todopoderosa Thermomix, pero se quedó con las ganas. Su supone que la maravilla de este invento es que le metías todos los ingredientes a lo bestia, le programabas el tipo de preparación y la hora, y te ibas a trabajar. El cacharro, como era muy listo, hacía todo lo necesario para que al llegar cansadísimo del curro, te encontrases un bizcocho humeante y recién hecho. Donde pone bizcocho podías poner lo que se te ocurriera, según ellos, porque lo hacía todo, todo, y todo. “El chef en casa”. Me pregunto si también te liaba las croquetas y desespinaba el bacalao.

El AB-Flex, Gym Form 8 y todos sus sucedáneos me aburren soberanamente, y desgraciadamente son los productos que más abundan. Me parecen todos iguales, aunque algunos tengan electrodos y otros no, y unos te hagan trabajar los abdominales oblicuos y los otros no. Incluso no me importa que los anuncien Chuck Norris o Norma Duval (bueno Norma Duval sí). Mención aparte merece un dispositivo, de cuyo nombre no me acuerdo, que consistía en un minicinturoncito ridículo que te ponías mientras metías tripa, porque se supone que meter tripa adelgaza, primera noticia. El aparatito en cuestión vibraba si te descuidabas y al relajarte te salía la lorcilla, para que te pusieses en posición de alerta otra vez. ¿Se puede tener tanto morro como para vender semejante tomadura de pelo? Pues sí, ya veis que sí.

Los decoradores de comida. Estos son un clásico, pero no por ser antiguos han perdido vigencia. Todos nos acordamos de esos artilugios que convertían un aburrido calabacín en un divertido y elegante acordeón y que pelaban las naranjas generando una monda delicada y delgadísima de 2 metros de longitud, para hacer un churrito y decorar postres. Soy muy fan de este set de aparatitos.

Batidoras en general. Últimamente me tiene fascinado una que con sólo dos golpes de muñeca te produce medio kilo de pimienta molida, cosa harto útil porque nunca sabes cuando vas a necesitar medio kilo de pimienta negra. Luego le pones al vaso de la batidora la tapa espolvoreadota de promoción que te regalan si llamas en los próximos 20 minutos y tan ricamente.

Los cuchillos Ginzu. Hay catorce mil marcas distintas, pero estos fueron los originales. Uno de mis productos preferidos. Me encanta cuando se pone el cocinero a serrar un trozo de mármol, o un martillo, con su superfilo templado al láser que no se mella ni en un millón de años, y acto seguido (bueno interrumpido por un sospechoso cambio de plano) corta una manzana al vuelo de un solo sablazo. ¡Pura poesía en movimiento, oiga!

Una pasta azul hecha con algas, hierbas y fitocosasraras que según los testimonios de los cientos de viejos que lo acreditan, corroboran la teoría de su creador de que elimina cualquier dolor en cuestión de segundos con una simple aplicación via tópica. El inventor explica que él ni siquiera es médico, pero que mezclo esas cosillas y le dio muy buen resultado. Vamos, que directamente se exime de cualquier responsabilidad si a ti no te funciona. Del nombre no me acuerdo bien, pero me parece que tiene un nombre tan técnico como “Blue Stuff” o algo así. Otro prodigio de devaneo de sesos de los creativos.

Glitter Box. Éste es casi sin lugar a dudas mi artículo favorito, aunque es de hace años. En realidad era una simple pistola de silicona, pero lo que la hacía genuina y maravillosa era su función: Con ella podías pegar pedrería y abalorios de plástico a tus vaqueros y camisas favoritas, para customizarlas y convertirlas en piezas únicas y auténticos monumentos al mal gusto. Además, cambiando la barrita de silicona por otra coloreada podías hacer dibujos dorados y plateados en relieve en tus camisetas para improvisarte un diseño digno de Donatella Versace. Las señoras se corrían de placer al ver lo que la maruja experta hacía con sus prendas a modo de ejemplo. ¡Con mucha pedrería! ¡De Grand Class!
Corto aquí y sigo mañana, que si no no hay Dior que se lea el pedazo de chorizo que he escrito. Por cierto, os comunico que esta entrada, más la de mañana, las escribí hace un rato y cuando estaba repasando las faltas y las tildes, el ordenador decidió suicidarse, sin que yo, por supuesto, hubiese guardado nada. He tenido que reescribirlo TODO otra vez, son una sensible pérdida de gracia, pero que le vamos a hacer, son gajes del oficio... Sólo os digo que eran 5 páginas de Word. Quiero mi gallifante.

lunes, diciembre 12, 2005

Grrrrrrrrr!!!

Hoy iba a hablar de lo bien que me lo he pasado este puente, de todas las cositas que he hecho, y de las anécdotas varias, como verme en la tele por casualidad haciendo el subnormal en un casting. No obstante, no voy a hablar de nada de ello, porque solo quiero cagarme en la puta madre del tío que me robó la cartera anoche. Hasta los cojones de las maricas pobres. Sólo de pensar en el puto proceso de renovarme absolutamente todos los documentos me tiemblan las piernas. CABRONES.

viernes, diciembre 09, 2005

Rollitos de Anisakis

Habréis notado que últimamente me da una poquita de pereza esto de escribir, y eso que material para contar tengo. Será una racha, supongo, y la semana que viene me volveré loco y actualizaré 7 veces al día, o no...

Bueno, al grano, que me quedé en la cena con los ex-scouts del lunes. Acudí a la cita con el tiempo ultrajusto, pero llegar llegué. Iba un poco acojonado, porque el mail de la convocatoria decía que íbamos a cenar en un restaurante japonés (que ya son caros de por sí) en pleno barrio de Salamanca (que multiplica el precio base por un factor 2), cuyo menú costaba 5.5 euros!!! Yo lo primero que pensé es que se habían equivocado y que serían 55 euros, pero que con lo hippies que son los scouts no tenía mucho sentido. Al final me di cuenta de que era verdad, que íbamos a cenar sushi por menos dinero que el Burger y me empezó a dar un poco de miedo. Se supone que el menú consistía en una sopita de miso con fideos y 8 piezas de nori maki (los típicos rollitos de algas negras con el arroz y el pescado dentro), y yo mucho me temía que a ese precio, como poco serían de plastilina o peor, un cóctel de anisakis y demás parásitos.

El caso es que el sitio era muy pequeñito, incluso sin mesas, de comer en la barra, pero la comida estaba superbuena. Nos juntamos 10 o así, y Ketus y yo nos comimos los restos de todo el mundo, así que tengo que decir que por menos de 6 euros salí como una boa. Me tendría que hacer unos análisis de parasitosis o algo, pero por ahora me encuentro bien. La comida fue muy divertida y nos pusimos al día de toda nuestra vida, que ya es bastante. Casi todos están trabajando en cosas muy interesantes, y algunos como Chowi incluso son figuras importantes en Armani y todo. Hay que ver como triunfa la gente... Que guay (dicho con mueca de envidia y resentimiento).

Después de tomarnos la primera copichuela, que por cierto, el japo hizo una movida rara con los palillos y una cáscara de limón y el gintónic estaba de morirse de bueno, nos fuimos al Naranja Ketus, Pir, Chowi y yo. Según entramos, Mogkumo me plantó dos besos y me presentó a Astredu. Qué alto es todo el mundo, por Dior. También conocí a Leuke y saludé a Sofía, pero la verdad es que hablé muy poco con ellos, mucho menos de lo que me hubiese gustado, porque me debía a mis compañeros scout, y tenía que estar con ellos porque además me los había llevado al Orange de una oreja.

Cuando cerraron decidí acoplarme a TB97 y toda su pandilla y nos fuimos al Coppelia ciento y la madre. En la entrada hubo un poco de conflicto porque los subnormales del Madbear no autorizaban la entrada a chicas, cosa que dice muchísimo del mundo oso y su mafia reinante. Venía con nosotros La Prohibida de chico, y decidió no entrar por principios, cosa que me pareció muy bien. Yo antaño hacía una cosa parecida cuando íbamos a discotecas pijas en las que las tías no pagaban, y como me asqueaba el machismo de la medida me quedaba sin entrar. Pero, qué quereis que os diga, esa noche no estaba yo muy reivindicativo y me metí a osear por el módico precio de 15 eurazos, más 3 de ropero. Vamos, 18 euros gastados y ni siquera había bajado las escaleras.

Fue una noche muy divertida. Me reí mogollón con los amigos de TB97, sobre todo con la Lagarta, que es un encanto, con la Delata, que es graciosísima, y con Adrián el Moro, que la próxima vez le echo algo en la copa para que se desmaye y poder poseerle. En fin, que hay que repetir.

Ya me he cansado de escribir por hoy.

Besos en las ingles

miércoles, diciembre 07, 2005

Sábado sabadete, comida china y osetes

Qué desastre actualizante o actualizativo llevo, oiga. La verdad es que debería contar desde el sábado pero no me veo capaz de hacer crónica detallada, así que seré breve.
Sábado por la tarde. Me surge un plan de ir a hacer los deberes y por supuesto me apunto. Inmediatamente después me tocaba ir a cuidar a mis sobrinos para que mi hermana Pains y su marido se pudieran ir de cena con los amigos y tomarse una copillas, que los pobres no pueden nunca. Total, que me planté allí, y fue una velada muy agradable en compañía de mí mismo, porque los niños no dieron un ruido. Pedí una tonelada de comida china baratísima y me tumbé para tragarme Los 4 Fantásticos en dividí pirata, que por cierto me pareció una mierda. Luego me puse Madagascar en dividí pirata también y vi un trozo y me quedé grogui perdido. Lo más gratificante fue descubrir que tenían la colección completa de "Érase una vez la vida", serie fetiche de mi infancia, y empezar a tragarme capítulos, uno detrás de otro. Me encanta esa serie, está hecha que te cagas, con mucha precisión. Incluso ahora, que ya sé bastante más del tema, sigo sin saber identificar algunos personajillos del torrente sanguíneo... ¿Alguien sabe qué son los conitos amarillentos que avanzan dando botes?
Estaba yo comiéndome un Kinder Sorpresa, a buen seguro reservado para mi sobrino L, y montando la sorpresa, que era una especie de niña-pato con cuello de jirafa (sólo había que encajarle el cuello al cuerpo, qué decepción), cuando a eso de las dos y media de la mañana apareció mi hermana como una cuba. Después de dar el parte satisfactorio de la noche salí disparado a ver si llegaba a tiempo de pillar algo de la fiesta Madonna en El Naranja, pero era demasiado tarde. Me tuve que incorporar directamente al Hot. Allí me encontré con TB97 y Constan, Flat, Telecine y Claudio, aparte de otras gentecillas sin identificar. Estos dos último llevaban una tajada muy interesante y estaban muy graciosos.
Como ya cerraban, nos mudamos al acontecimiento oso por excelencia, aka la fiesta del Mad.Bear del Strong. Aquí ya no me voy a meter en detalles, sólo comentar que todo fue muy límite, con todos los osos descamisados, frotándose las barrigas peludas y sudorosas, algunos incluso con la espalda enmoquetada. Algunas gentes se empezaron a dar el palo descaradamente, otras desaparecieron en el cuarto oscuro, armados con un mechero, y yo me quedé en la pista porque misteriosamente estaba cero salido y no me apetecía liarme con nadie, pese a que había algunos ejemplares que estaban como para ponerles un piso.
El domingo vegeté un poco bastante y no hay nada más que contar. El lunes en cambio aconteció un evento que tenía yo muchas ganas. Resulta que me pasé ocho años de mi infancia-adolescencia formando parte de un Grupo Scout, que si bien me hizo pasar muy buenos ratos me acabó cansando sobremanera, porque eso era un secta militar en toda regla. El caso es que llevaba muchísimos años sin ver a la mayoría de esta gente y el lunes por la noche había cena para vernos las caras... Hasta aquí puedo leer. Mañana sigo

domingo, diciembre 04, 2005

The Beautiful People

Hay algo peor que las cenas familiares, en las que normalmente hay que estar apagando fuegos en los distintos sectores de la mesa para que no terminemos arrancándonos los ojos con una cuchara los unos a los otros. Ese algo son las cenas con matrimonios amigos de mis padres. En este caso fue una comida, pero el desarrollo es el mismo.

Para empezar, si la comida es en casa, como ocurrió ayer, las 24 horas previas son terriblemente estresantes. Mi madre directamente se vuelve loca. Todo tiene que ser perfecto y estar listo muchísimo antes de la hora límite de llegada de los invitados. El móvil no para de sonar: "¿Has comprado la salsa de yogur?, ¿Cuando vienes a casa? Te he metido el salmón en el congelador para que se ponga durito y sea más fácil cortarlo en lonchas, pero ven ya que si no se congela del todo y ya no se puede cortar..." Que sí mamá, que ahora iré, pero que la comida es mañana y no hace falta que el salmón esté cortado 24 horas antes, y que me dejes de dar la paliza de una vez, si puede ser, vamos.

Ayer mi madre me levantó a golpe de berrido a las 10 de la mañana porque el salmón no estaba cortado aún. Menos mal que me había acostado pronto la noche anterior y había dormido suficiente, porque si no directamente, de la que me levanto la coso a navajazos. Con la mala leche que caracteriza mi despertar normalmente, ni te cuento si me despiertan a gritos. Total, que me levanté, intenté poner buena cara (no me salió) y me sometí enteramente a sus órdenes e histerias varias, para que a la mujer no le diese un cólico nefrítico de los nervios. Con decir que la mesa estaba puesta a las 12 de la mañana lo digo todo.

Todo preparado. Suena el timbre. Ya están aquí. Lo peor está por llegar.

Que no se me malinterprete. Los amigos de mi madre eran encantadores. Vamos, lo siguen siendo, lo que me irrita profundamente es el hecho de que se reunan y hablen de sus cosas. Supongo que será la diferencia generacional (me sacan 40 añitos), pero todo lo que hacen me saca de quicio.

En cuanto aparecen en casa me convierto automáticamente en el mayordomo, en parte porque a mi madre le gusta fardar de hijo amaestrado con sus amistades, diciendo cosas del tipo "Ay, pero si eso no es problema, baja el niño en un momento y te compra unas tónicas", y en parte porque yo prefiero adoptar ese papel, con la consiguiente oportunidad de esconderme en la cocina durante largos periodos de tiempo, y así evitar tener que estar en el salón escuchando sandeces.

Mi padre se pone a enseñar su colección de bastones y todos los objetos de valor que haya en la casa, pero con un aire muy despreocupado, como diciendo "No quiero presumir de este objeto, que ha costado 1000 millones de euros. Además, seguro que vosotros también teneis uno, ¿no?", y a mi me da verguenza ajena, porque observo que comienza el show de siempre.

Empiezo a sacar cervezas y tapitas para el aperitivo. Los invitados insisten en que no hace falta, que están bien como están, pero todos sabemos que si no sacas tapas eres un cutre y un ruín y en cuanto se vayan te van a criticar. Hablan de gilipolleces un ratito y se sientan a la mesa. Es entonces cuando da comienzo el show snob relativo a los vinos. Mi padre saca unas botellas de no se qué denominación de origen, que para más inri están etiquetadas con una dedicatoria especialmente hecha para él de no se qué director de banco. Todos hacen que les encanta y ponen en común sus conocimientos baratos de vino, probablemente aprendidos de un panfleto. Comentan que si el vino de Toro siempre es áspero y que tal añada ha producido unos caldos estupendos. Unos corrigen a los otros, en un afán de quedar por encima en semejante estupidez y a mí se me empiezan a revolver las tripas. Decido hacer de mayordomo y traerme la ensalada de salmón como excusa para poder levantarme de la mesa.

A partir de entonces empiezan a salir todos los tópicos y temas reiterativos que se repiten en TODAS las comidas de esta gente. Indefectiblemente se pone a parir la nouvelle cuisine con sus grandes platos y su comida breve. Todos acuerdan que donde esté un guisote o un huevo frito con patatas y chorizo que se quite lo demás. Por favor, que todos sabemos esto, no hace falta que nos lo repitamos todos los días. Que si esta mezcla de sabores dulces y salados es culpa de Arguiñano, que desde que entró en nuestras vidas en casa se come mucho peor... Quién sabe si realmente lo piensan, pero el darse la razón los unos a los otros forma parte de la pantomima. A lo mejor se odian en realidad...

Las voces van subiendo de volumen cada vez más, porque cuando uno habla (sobre todo mi padre) todos los demás se tienen que callar y escuchar atentamente qué nueva perla va a salir de su boca. A este efecto se recurre a la técnica de empezar a hablar, y si no recibes la atención suficiente, empezar la frase desde el principio 10 decibelios por encima, hasta que todo el foco esté sobre tí. Entonces sueltas el chascarrillo machista, u homófobo, o xenófobo, o fascista o anticatalanista de siempre, y todos asienten y te ríen la gracia, jo jo jo. Otra opción es volverse a contar unos a otros las mismas anécdotas que se cuentan siempre. En este punto a veces se dirigen a mí, como para que yo me entere, sin darse cuenta que esa historieta la he oído hasta la saciedad y me la sé de memoria. Me levanto, retiro los platos sucios y me fumo un cigarro en la cocina antes de sacar el segundo plato. Supongo que aprovechan esta ausencia mía para hablar de lo mal que llevo mi vida, que no he acabado la carrera todavía y que no saben qué hacer conmigo.

Me como la lasaña apresuradamente para poder empezar a recoger la cocina y evitar tener que estar sentado en la mesa. Nunca antes descargar y volver a cargar el lavavajillas fue tan gratificante. Sirvo los cafés, los recojo y salgo disparado por la puerta diciendo adiós con una sonrisa de oreja a oreja, para que todos vean lo simpático que soy. Tiemblo al pensar que se acerca la Navidad, y que estos escenarios se van a repetir día sí y día también... Qué horror. En realidad, lo que más me hace temblar es pensar que yo a su edad probablemente haga lo mismo, o incluso la posibilidad de que lo esté haciendo ya en versión soy joven, moderno y repelente. Cruzo los dedos para que no sea así.

Iba a contar la noche de ayer, pero como me ha quedado un post muy largo ya me lo guardo para mañana, que si lo pongo todo junto os lo leéis por encima y no valoráis mi esfuerzo. Mañana más.

Besos en las ingles.

viernes, diciembre 02, 2005

Yo contigo he estado genial

Odio que llueva. Vale que hace falta y tal, pero desde que está de moda llevar los pantalones a ras de suelo con las vueltecitas en los bajos acabo con las perneras chorreando hasta la altura de las rodillas y muy mal...

Hoy he dormido bastante regular. Bien de cantidad, mal de calidad. He tenido pesadillas extrañas y es que ayer me acosté bastante nervioso. Quería haber hecho una cosa para quitármela de encima de una vez y respirar tranquilo por fin, pero no pudo ser, así que hasta el lunes no la podré hacer. Supongo que durante el fin de semana me comeré bastante la olla y no disfrutaré plenamente del osismo que se va a respirar en Madrid con motivo del Madbear... Con lo que me apetece echarme a las fauces un ejemplar osuno importado de algún país extranjero...

Menos mal que ayer ponían Gran Hermano en la televisión y pude inyectarme una dosis de miserias humanas ajenas a las mías propias, para mesmerizarme un poco. Echaron a Mayte, que era una gran hija de puta, lianta, sibilina y mala mala mala, pero que por otro lado bien merecía quedarse para dar un poco de gracia al programa. En fin, una pena. La gran frase de la noche fue protagonizada por Inma, como no podía ser de otra forma, diciéndole a Mayte en plató "Sí, la verdad es que yo contigo he sido genial". Me encanta esta mujer. No sabe hablar de otra cosa que de si misma, y siempre para echarse flores. Eso es self-confidence y lo demás son tonterías.

Como podréis observar, la entrada de hoy es muy corta y muy absurda, porque mi vida es taaaaaan excitante que no doy para más... Así que por lo menos me abstengo de divagar demasiado.

Besos en las ingles.